Casa y Jardín: de prado en prado en la MBFW
Pensaba que nunca diría en alto algo así, pero no lo pude evitar:
– Esto es un poco rústico-techno.
– Ehhh… Bueno, tal vez tiene un punto rústico, sí, pero con el punto high de la seda.
Digna respuesta la de Daniel Rabaneda (Sevilla, 1986), el diseñador que el martes presentó una colección solvente que aunaba influencias sport y minimalistas, una paleta cálida y materiales naturales. Un talentoso homenaje a su infancia andaluza, cuyo resultado tenía más que ver con las ideas que Céline o Balenciaga han puesto sobre la mesa los últimos años que con los volantes de Victorio y Lucchino.
El de ayer fue su tercer desfile en la MBFWM, y con él debutará en la feria Tranoï de París. Hubo un bajón de asistencia (el desfile era a unas arriesgadísimas 5 de la tarde), pero Rabaneda renuncia a dramatizar: "Ya veremos qué ha pasado. Al menos estaba quien tenía que estar. Estoy muy contento con el trabajo del estudio. Además, la colección reflejaba los colores del atardecer y la tierra y hoy, viendo las fotos, la luz natural hacía un efecto precioso sobre la ropa".
Hablar con un diseñador joven en una localización ajena IFEMA es una experiencia muy 2012, porque desde hace muy poco, además del evento antes conocido como Cibeles, existen OFF (dentro del calendario oficial) y Madrid Fashion Show (fuera). Se trata de pasarelas donde creadores emergentes –valga la palabra– presentan sus colecciones en localizaciones alrededor de la ciudad, para que a los asistentes nos dé la sensación de estar en la semana de la moda de París. O algo así. De momento, la ración de glamourcito estaba servida: Rabanedatiene 25 años, es pariente lejano de Paco Rabanne (aunque tan lejano que ni se conocen; "no soy ningún tipo de enchufado", advierte Daniel) y desfiló en Olivar de Castillejo, una bonita y semidesconocida finca en el centro de Madrid.
(Inciso: en realidad la situación más rústico-techno 2012 tuvo lugar al terminar el desfile cuando, tomando un cóctel entre los árboles, una señora le explicaba a otra cómo funcionaba Pinterest).
Olivar aquí o pabellón allá, en París y Milán las firmas de alto prêt-à-porter tienen un enfoque comercial y están respaldadas por una potente industria textil. Aquí, sin embargo, tiende a darse un diálogo de extremos: los diseñadores empiezan dirigiéndose a una selecta clientela que compra su ropa a medida o en pequeñísimas tiradas, pero frecuentemente terminan asociándose con firmas dirigidas al gran público (Miguel Palacio, por ejemplo). Por eso, lo de Arnaud Maillardy Álvaro Castejón, los diseñadores de Alvarno, casi suena demasiado bien: sin apearse de su de exitoso "prêt-à-couture" –moda lista para llevar con acabados de costura–, contaron también con el patrocinio de Caramelo. "Alvarno es Alvarno y Caramelo es Caramelo", señala Maillard."Nunca nos habían patrocinado, pero esta vez nos lo propusieron y aceptamos. Si esta colaboración se traducirá en algo más está por ver".
Poco tenía de rústico el escenario de Alvarno. La pareja eligió el palaciego jardín del Museo Lázaro Galdiano para demostrar, por un lado, que tienen el mayor poder de convocatoria de la ciudad. Y por otro, que saben adaptar con soltura gestos vanguardistas al 28001 (el Barrio de Salamanca, claro). En conclusión: había fluído crêpe de seda, encajes, fucsias y dorados,; pero también texturas compactas, grandes brazaletes con flores de latón –obra de Laura Ponte– y unos bustiers rígidos, confeccionados en plexiglás, que recordaban al rey inesperado de la jornada: Paco Rabanne.
Saludos
Rodrigo González Fernández
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