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viernes, 30 de junio de 2017

QUE PUEDES BEBER SI TIENES DIABETES

Las bebidas que te convienen si tienes diabetes tipo 2

bebidas

La dieta es un factor fundamental en el control de tu diabetes tipo 2. Y eso incluye tanto los alimentos sólidos como los líquidos que ingieres a diario. ¿Sabes cuáles bebidas te convienen más? ¿O las que no te ayudan tanto? Aquí te ayudamos a despejar las dudas.




Para mantenerse saludables, todas las personas sin excepción deben vigilar lo que comen y beben: balancear los menús, controlar las porciones y las calorías, no excederse en la sal y evitar los alimentos procesados, las grasas y el exceso de alcohol. Pero si tienes diabetes, esto es aún más importante, porque tu meta es mantener tu nivel de glucosa en la sangre lo más cercano a los límites normales y lo más estable posible.

Quizás te preocupas de reducir los carbohidratos y los postres, pero ¿y de las bebidas qué? No las subestimes porque ellas pueden agregar tanto azúcar como calorías adicionales a tu dieta, afectando tu peso y tus niveles de glucosa en la sangre. A muchas personas ni siquiera se les ocurre asociar a las bebidas como fuentes de carbohidratos. Toma como ejemplo el sencillo y cotidiano jugo de naranja. Si tomas el equivalente a ½ taza en el desayuno, estás consumiendo 15 gramos de carbohidratos de los que quizás no estabas consciente.  

Bebidas recomendadas

La Asociación Americana de la Diabetes tiene una recomendación muy clara: optar, siempre que sea posible, por bebidas que tengan o cero o muy pocas calorías. Aquí te las presentamos:

  • Agua: ¡hazte su amiga ya que es la bebida perfecta para los diabéticos! El agua contiene 0 calorías, es económica y te ayuda a mantener el cuerpo bien hidratado. Y si la bebes en suficiente cantidad, te ayudará a sentirte saciado(a) (satisfecho) y a comer menos. Si te aburre que no tenga sabor, agrégale unas gotas de limón.
  • Té sin endulzar: es una magnífica alternativa al agua, no contiene carbohidratos y puedes obtenerlo en una gran variedad de sabores. Si te cansas del té sin azúcar, endulza tu vaso con un edulcorante (pero si compras un té que ya esté preparado, siempre revisar la etiqueta, algunos pueden contener  sustitutos de azúcar que si te proporcionen calorías).
  • Café: si lo tomas sin endulzar, o con un edulcorante artificial no tendrás que preocuparte por las calorías adicionales. Es más, incluso hay estudios que relacionan al café y al té negro con un aumento en la sensibilidad a la insulina y con mejoría en los niveles de glucosa en la sangre. Pero ten cuidado con la cafeína, bébela con moderación especialmente si tienes problemas con insomnio o sufres de ansiedad.
  • Refrescos o sodas de dieta: la mayoría contiene 0 carbohidratos por porción, por lo que no alterarán tus niveles de glucosa en la sangre (recuerda que las bebidas dietéticas se endulzan con edulcorantes artificiales). De cualquier manera, revisa las calorías que proporcionan por porción, por lo general, de 5 a 10 calorías por cada 8 onzas. Esto es importante ya que cuentan dentro de las calorías totales que consumes al día.

Otro tipo de bebidas, como la leche y los jugos (zumos) de frutas 100% naturales, aunque aportan calorías y carbohidratos, son necesarios en una alimentación balanceada ya que proporcionan al organismo vitaminas y minerales importantes.  La clave consiste en seleccionar el tipo de leche y el jugo (zumo) que te favorece:

  • Elige la leche descremada o baja en grasa y lee la información del envase que te dirá exactamente la cantidad de calorías y carbohidratos que contiene por cada taza. Para que tengas una idea, 1 taza de leche descremada proporciona unos 12 gramos de carbohidratos y unas 80 calorías.
  • Escoge jugos 100% naturales sin azúcar agregada. Debes tener en cuenta que proporcionan muchas calorías en una porción pequeña (50 calorías o más por cada 4-6 onzas).  Una opción más ligera es sustituir el jugo de frutas por el jugo de vegetales bajo en sodio, con menos carbohidratos (unas 50 calorías y 10 gramos de carbohidrato por cada taza).

Bebidas que debes evitar

  • Refrescos y sodas regulares (un envase de 12 onzas aporta 150 calorías y 40 gramos de carbohidratos, la misma cantidad de carbohidratos que proporcionan 10 cucharaditas de azúcar).
  • Ponches de frutas, bebidas energéticas, té con azúcar, café o tés enriquecidos con cremas ya que contienen muchas calorías.
  • Chocolate caliente: la razón es la misma, contiene demasiada azúcar y descontrolaría tus niveles de glucosa en la sangre. Pero si escoges una mezcla baja en azúcar te afectará menos. Como siempre, la moderación es la clave.

Ya tienes una idea de lo que te conviene y lo que sería mejor que evitaras. Te aconsejo que elijas el agua siempre que puedas, ya que solamente aporta beneficios y 0 calorías. ¡Con el agua no fallas!  Tampoco significa que te prives de otras bebidas que te agraden, como un refresco (una soda) o un jugo de frutas. Usa entonces la moderación, no te excedas y podrás disfrutarlas sin poner en riesgo tus niveles de glucosa en la sangre.

 

Publicación original: 2013

Ultima revisión: 2017

Copyright © 2017 Vida y Salud Media Group. Todos los Derechos Reservados.

Imagen © iStock / GlobalStock


Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU( 
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Santiago- Chile

jueves, 1 de junio de 2017

ANGELA VIVANCO SIEMPRE BRILLANTE Y DIDACTICA DE BUFONES Y MITOS

Querer obligar a aceptar tratos indignos, descalificando a quienes los padecen o considerando que es su culpa por ser personas conocidas, es un escenario propicio para el abuso y para confundir la libertad de expresión con el derecho al insulto.
Publicado el 01.06.2017

En una sociedad democrática la libertad de expresión es fundamental; significa una auténtica garantía de participación de las personas en la cosa pública aunque no ostenten cargos, además de asegurar el escrutinio sobre los órganos del Estado y la competencia entre ideas y propuestas, lo cual es propio del pluralismo democrático.

Una difícil tarea ha sido definir los contenidos y límites de la libertad de expresión, pues hay espacios en que puede intersectarse con otros derechos, tales como la honra, la privacidad y la propia imagen. Ello ha motivado la necesidad de que los jueces y legisladores empleen sus esfuerzos en solucionar eventuales conflictos, acudiéndose a la ponderación entre unos derechos y otros, evitando su jerarquización a priori.

Sin embargo, hay mensajes o expresiones que se mueven en las fronteras de este derecho y que, si bien pueden quedar cubiertos bajo su sombra, no siempre son exactamente parte integrante de éste: es el caso de la llamada programación "de farándula" y de algunas formas de humor. Esas variantes utilizan a los medios de comunicación y sus recursos, con capacidad de confundirse con el caudal informativo y captar la atención del público, y pueden resultar atrayentes por distintas razones para la audiencia, lo que no las eleva a transformarse por ello en un gran aporte.

En el Chile actual, hemos conocido últimamente casos de frontera, a propósito de expresiones vertidas en programas de TV por un ácido humorista que nadie se atreve a tocar, posiblemente por miedo a ser aludido también. Así, en un escenario de luces, donde a menudo celeridades o aspirantes ríen de que se rían de ellas, toleran que se las imite, aceptan bromas sobre su cuerpo, su inteligencia o sus capacidades, se exponen y se muestran en instancias que podrían preservar para sí mismas y prefieren ser nombradas que no serlo – no importa a propósito de qué-, empiezan a ser motivo de injerencia personas que no han optado por esos caminos y que no se toman alegremente sobrenombres, mofas, burlas o insultos.

Si reclaman, les caen encima mitos que no se compadecen con la madurez de nuestra sociedad: los políticos deben aceptar la exposición a estos ataques; las mujeres no pueden quejarse de ofensas salvo que tengan una trayectoria en la militancia del feminismo o los estudios de género; haber criticado a otros es una justificación para ser víctimas de tales denotaciones.

Querer obligar a aceptar tratos indignos, descalificando a quienes los padecen o considerando que es su culpa por ser conocidas, es un escenario propicio para el abuso y para confundir la libertad de expresión con el derecho al insulto.

Participar en política sin duda importa exposición a la crítica, a las discusiones e incluso a arrebatos de los contrarios, pero no es un cheque en blanco para autorizar el ataque personal, físico, la agresión injustificada; adherir o no a movimientos feministas o de género no es condición para experimentar la condición de mujer y defenderla. Por último: no es lo mismo estimar que una persona carece de idoneidad para un cargo o que ha hecho una gestión desafortunada, que ridiculizarla repetidamente.

Tampoco se espera del colectivo creer que hay una especie de validación por el horario, por la naturaleza del programa o porque eso ha sucedido antes. Más bien suena a una renuncia frente a la vulgaridad y al ataque aparentemente divertido, pero hiriente.

Estas situaciones muchas veces se disuelven en juicios o requerimientos (como dice alguno, muerto de la risa: "Arriesgo demanda"), pero lo más interesante de analizar es cómo operan en nuestra sociedad mínimas reglas de solidaridad y reacciones de repugnancia frente a tales excesos: ¿Ya no nos molestan ni nos sorprenden? ¿Dan lo mismo mientras no se rían de mí?

La majestuosa libertad de expresión que tanto ha costado a varias generaciones de chilenos no debería terminar siendo el juguete del bufón de palacio.

 

Ángela Vivanco Martínez, abogada y profesora de Derecho Constitucional UCdoctora en Derecho y Ciencias Sociales para la Universidad de La Coruña, España

 

 

FOTO: FRANCISCO FLORES SEGUEL /AGENCIAUNO

Fuente
Querer obligar a aceptar tratos indignos, descalificando a quienes los padecen o considerando que es su culpa por ser personas conocidas, es un escenario propicio para el abuso y para confundir la libertad de expresión con el derecho al insulto.
Publicado el 01.06.2017
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En una sociedad democrática la libertad de expresión es fundamental; significa una auténtica garantía de participación de las personas en la cosa pública aunque no ostenten cargos, además de asegurar el escrutinio sobre los órganos del Estado y la competencia entre ideas y propuestas, lo cual es propio del pluralismo democrático.

Una difícil tarea ha sido definir los contenidos y límites de la libertad de expresión, pues hay espacios en que puede intersectarse con otros derechos, tales como la honra, la privacidad y la propia imagen. Ello ha motivado la necesidad de que los jueces y legisladores empleen sus esfuerzos en solucionar eventuales conflictos, acudiéndose a la ponderación entre unos derechos y otros, evitando su jerarquización a priori.

Sin embargo, hay mensajes o expresiones que se mueven en las fronteras de este derecho y que, si bien pueden quedar cubiertos bajo su sombra, no siempre son exactamente parte integrante de éste: es el caso de la llamada programación "de farándula" y de algunas formas de humor. Esas variantes utilizan a los medios de comunicación y sus recursos, con capacidad de confundirse con el caudal informativo y captar la atención del público, y pueden resultar atrayentes por distintas razones para la audiencia, lo que no las eleva a transformarse por ello en un gran aporte.

En el Chile actual, hemos conocido últimamente casos de frontera, a propósito de expresiones vertidas en programas de TV por un ácido humorista que nadie se atreve a tocar, posiblemente por miedo a ser aludido también. Así, en un escenario de luces, donde a menudo celeridades o aspirantes ríen de que se rían de ellas, toleran que se las imite, aceptan bromas sobre su cuerpo, su inteligencia o sus capacidades, se exponen y se muestran en instancias que podrían preservar para sí mismas y prefieren ser nombradas que no serlo – no importa a propósito de qué-, empiezan a ser motivo de injerencia personas que no han optado por esos caminos y que no se toman alegremente sobrenombres, mofas, burlas o insultos.

Si reclaman, les caen encima mitos que no se compadecen con la madurez de nuestra sociedad: los políticos deben aceptar la exposición a estos ataques; las mujeres no pueden quejarse de ofensas salvo que tengan una trayectoria en la militancia del feminismo o los estudios de género; haber criticado a otros es una justificación para ser víctimas de tales denotaciones.

Querer obligar a aceptar tratos indignos, descalificando a quienes los padecen o considerando que es su culpa por ser conocidas, es un escenario propicio para el abuso y para confundir la libertad de expresión con el derecho al insulto.

Participar en política sin duda importa exposición a la crítica, a las discusiones e incluso a arrebatos de los contrarios, pero no es un cheque en blanco para autorizar el ataque personal, físico, la agresión injustificada; adherir o no a movimientos feministas o de género no es condición para experimentar la condición de mujer y defenderla. Por último: no es lo mismo estimar que una persona carece de idoneidad para un cargo o que ha hecho una gestión desafortunada, que ridiculizarla repetidamente.

Tampoco se espera del colectivo creer que hay una especie de validación por el horario, por la naturaleza del programa o porque eso ha sucedido antes. Más bien suena a una renuncia frente a la vulgaridad y al ataque aparentemente divertido, pero hiriente.

Estas situaciones muchas veces se disuelven en juicios o requerimientos (como dice alguno, muerto de la risa: "Arriesgo demanda"), pero lo más interesante de analizar es cómo operan en nuestra sociedad mínimas reglas de solidaridad y reacciones de repugnancia frente a tales excesos: ¿Ya no nos molestan ni nos sorprenden? ¿Dan lo mismo mientras no se rían de mí?

La majestuosa libertad de expresión que tanto ha costado a varias generaciones de chilenos no debería terminar siendo el juguete del bufón de palacio.

 

Ángela Vivanco Martínez, abogada y profesora de Derecho Constitucional UCdoctora en Derecho y Ciencias Sociales para la Universidad de La Coruña, España

 

 

FOTO: FRANCISCO FLORES SEGUEL /AGENCIAUNO


Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU( 
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