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miércoles, 20 de junio de 2012

Coleccionismo Gabinetes de Curiosidades

Gabinetes de Curiosidades


Cuarto de las Maravillas de Worm en el frontispicio de Musei Wormiani Historia


Gabinetes de Curiosidades, Cuartos de las Maravillas o Cámaras de las Maravillas. Con estos sugerentes nombres se denominaban las colecciones creadas, sobre todo entre los siglos XVI y XVII, para recopilar todos aquellos objetos, plantas, animales y minerales raros que en aquella época llegaban de las cuatro esquinas del mundo. Las grandes exploraciones ampliaban de forma antes impensable el conocimiento del mundo y los científicos se enfrentaban a una avalancha de especímenes desconocidos que era necesario sistematizar y clasificar. Nobles y eruditos comenzaron a coleccionar las curiosidades traídas en los viajes. Pero estas colecciones despertaban la curiosidad, no sólo de los científicos, sino también del público que asistía fascinado a estos gabinetes atestados de fósiles, minerales, extraños animales disecados, insectos, artefactos quirúrgicos, grabados, objetos extraños de oriente, esqueletos, etc… Y no sólo las ciencias naturales se daban cita en los cuartos de las maravillas, sino que también comenzaron a recopilar obras de arte y piezas arqueológicas.


Gabinete de Curiosidades de Cornelis van der Geest, en Amberes, especializado en obras de arte y plasmado por el pintor Van  Haecht, maestro de Rubens.

  Los gabinetes solían organizarse en cuatro categorías: Naturalia (criaturas y objetos naturales), Exotica (plantas y animales exóticos), Scientifica (Instrumentos científicos) yArtificialia (Antigüedades, obras de arte y otros objetos creados por la mano del hombre). Las colecciones de Naturalia, a su vez se dividían en función de los tres reinos que se consideraban entonces: Animalia, Vegetalia y Mineralia.



Lámina de "Locupletissimi Rerum Naturalium Thesauri" (1734) del Gabinete de Curiosidades del naturalista y farmaceutico Albertus Seba. Dicho Gabinete se encontraba entre los más completos, espectaculares y extensos del mundo y fue registrado minuciosamente en un catálogo ilustrado de cuatro grandes volúmenes.



Supuestos restos de animales míticos, malformaciones de todo tipo y objetos relacionados con el ocultismo, la alquimia o la superstición también encontraron su lugar en estas eclépticas exposiciones, haciendo que en ocasiones sus objetivos fuesen un tanto difusos, pudiendo parecer más cercanos a atraer a gran cantidad de espectadores ansiosos por contemplar cosas insólitas, que al propio conocimiento científico. 


La supuesta sirena disecada - en realidad una chapucera falsificación elaborada con los cuerpos de un mono y de un pez- fue uno de los elementos estrella en muchos Gabinetes de curiosidades.

También los cuernos de unicornio - en realidad colmillos de narval- tenían su sitio entre los objetos insólitos de aquellos precursores de los museos.



A la hora de dejar boquiabiertos a los visitantes, pocas cosas resultaban tan efectivas como las colecciones de malformaciones. En la imagen, cuerpos deformes en la Colección Anatómica del Gabinete de Curiosidades del National Museum Heth and Medicine de Washington D.C.

Unos fetos siameses en formol o una sirena disecada atraían a más visitantes – u otorgaban más prestigio y fama al gabinete- que una colección de caracoles sudamericanos o que un herbario de orquídeas tropicales, por muy interesantes que resultasen los segundos. Así pues, algunos gabinetes de curiosidades pudieron obedecer a menudo a fundamentos más cirquenses y sensacionalistas que científicos. No obstante, en ello precisamente había un hecho que los diferenciaba positivamente de las antiguas colecciones privadas que estaban pensadas para ser guardadas. La razón de ser de los Gabinetes de curiosidades era ser vistos,  por lo que pueden considerarse con toda la propiedad como los precursores de los museos de ciencias naturales tal y como se los conoce hoy en día y en numerosas ocasiones se ubicaban junto a grandes bibliotecas – o a la inversa, se creaban bibliotecas a su vera- dando lugar a auténticos centros científicos. Algunas disciplinas, como la paleontología, la entomología o la geología, experimentaron un importante auge gracias a la facilidad para el estudio que suponía a los científicos la compilación en un mismo lugar de numerosos ejemplares y abundante bibliografía.

El rey de España Felipe V ordenó la creación de un gabinete de curiosidades en la Biblioteca Nacional en 1712 :
"…servirá mucho juntar en la misma Librería las cosas singulares, raras y extraordinarias que se hallan en las Indias y partes remotas, he resuelto por Decreto del 11 del corriente encargar (como por la presente encargo y mando) a mis Virreyes del Perú y de Nueva España, Gobernadores, Corregidores y otras cualesquier personas, así eclesiásticas como seculares, que puedan concurrir a ello, pongan con muy particular cuidado toda su aplicación en recoger cuantas pudieren de estas cosas singulares, bien sean piedras, minerales, animales o partes de animales, plantas, frutas y de cualquier otro género que no sea muy común".
Más adelante, Carlos III creó el Real Gabinete de Historia Natural en 1771, que posteriormente pasó a ser el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Del mismo modo, en Francia, el Gabinete de curiosidades del rey pasó a ser el Museo de Ciencias Naturales de París.
Fotografía del antiguo Real Gabinete que daría lugar al Museo de Ciencias Naturales de Madrid. En sus fondos iniciales cobraban especial importancia las colecciones donadas por indianos que regresaban del Nuevo Mundo con fortuna y con copiosas colecciones. Una de las piezas más relevantes del gabinete era el esqueleto del megaterio (abajo). Se trata de un esqueleto hallado en Argentina por el propio Darwin y que constituyó la primera reconstrucción de un mamífero prehistórico.

Además de los mencionados de Madrid y de París, otros gabinetes famosos fueron el de Elías Ashmole, en Oxford; la Kunstkammer (como se conocía a los gabinetes en Dinamarca) de Ole Worm, en Copenhage; el Cuarto de las Maravillas del Collegio Romano; La Cámara de las Maravillas del Monasterio de Strahov, de Praga (una de las pocas que se conservan en la actualidad y que aún son visitables); la del emperador Rodolfo II de Habsburgo, especializada en obras de arte del renacimiento; la del naturalista Francesco Calceolari; la del Conde Moscardo, etc…

En gran medida, las pretensiones que movieron a muchos de los creadores y mecenas de los Gabinetes de curiosidades fueron sin duda de una índole tan poco científica como el puro afán coleccionista. Ello no quita valor a unos muestrarios de ciencias que iban agrandándose con el paso de los años, que se heredaban de generación en generación y que, en la mayoría de los casos, finalmente acabaron siendo donados a los estados, a las universidades o las sociedades científicas.

De forma pareja y con filosofía análoga a los gabinetes surgieron por toda Europa jardines botánicos, destinados a coleccionar la ingente cantidad de especies vegetales descubiertas en los nuevos mundos.







Gabinete de Curiosidades de Ferrante Imperato. Entre la multitud de rarezas de la estancia cobra protagonismo el cocodrilo disecado que pende del techo. Ello no era casual pues el saurio representaba en alquimia el Dragón Primordial, el emblema del Ouroboros y no faltaba en el Studiolo de un alquimista que se preciase. En estos gabinetes la frecuente mezcolanza entre ciencias y saberes herméticos hacía posible que el cocodrilo disecado presidiendo una de las salas principales fuese habitual. Abajo, cocodrilo de la Cámara de Maravillas del Monasterio de Strahov, en Praga, uno de los únicos Gabinetes de Curiosidades que se conservan en el mundo y que aún son visitables.
 




Frecuentemente en los Gabinetes de curiosidades cualquier sistemática a la hora de organizar lo que allí se exhibía brillaba por su ausencia, como se puede apreciar en la vitrina de la fotografía. Paradójicamente, la taxonomía y la sistemática fueron dos disciplinas de la biología para las que estas colecciones fueron una inestimable herramienta


Los gabinetes de curiosidades fueron a los museos de ciencias lo que las casas de fieras fueron a los actuales zoológicos. Como en estos (a los serios, me refiero), la razón de ser de los actuales museos de ciencias es su labor científica. Y, como en las casas de fieras, uno de los objetivos básicos de los Gabinetes de curiosidades era despertar el asombro y la admiración de los visitantes. De hecho, la sorpresa era su principal ingrediente. Pero sin aquellas barrocas galerías atiborradas de objetos de lo más dispares; sin aquellos anaqueles en los que aparentemente el desorden campaba a sus anchas pero en los que andaba sus primeros y titubeantes pasos la sistemática; sin aquellos viajeros, científicos o no, recolectando muestras en los cinco continentes; sin aquellos acuarelistas, botánicos o taxidermistas que permanecían años encerrados en los estudios tratando de convertir en inmortales a hierbas, pájaros o mariposas,… Sin ellos, sin duda, las ciencias naturales tendrían poco que ver con lo que son hoy. Aunque para la mayoría de los visitantes a estos fabulosos lugares, sólo constituían un exótico y fútil entretenimiento, probablemente otros muchos pudieron comprobar cómo su curiosidad naturalista se despertaba o se expandía entre aquellas vitrinas victorianas. No serían pocos los estudiosos, viajeros o naturalistas que habrían visto nacer el germen de sus carreras y de su amor por el conocimiento de la naturaleza en el fantástico caos envuelto en penumbra de las Salas de las Maravillas.


Colección de molares de un Gabinete de Curiosidades.
 Abajo, un modelo anatómico utilizado para la ilustración de la frenología compartiendo lugar con una colección de gasterópodos marinos, con la esfera de Ptolomeo y con obras de arte.



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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU( 
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