De mujeres y tsunamis
Andrade aludió al género de la ex mandataria como si eso fuera impedimento para cualquier ofensiva política y puso de relieve cuán poderosas son estas marcas.
por Ingrid Bachmann - 29/05/2012 - 04:00
CUANDO era candidata a la Presidencia, Michelle Bachelet comentó que la cobertura medial y evaluación que reciben las mujeres en los ámbitos públicos son diferentes a los de los hombres. Numerosos estudios en Chile y en el extranjero confirman que el liderazgo político suele ser entendido como un atributo masculino y es común que se considere a las mujeres como muy inocentes, muy frágiles o poco capaces para participar en asuntos públicos y contiendas políticas. Varios analistas, incluso, plantean que las mujeres tienen que demostrar que son competentes a pesar de su sexo, y la evidencia internacional pone de relieve que el género femenino se suele convertir en el principal elemento de la identidad de las mujeres políticas.
Por eso, bien flaco favor le hizo el presidente del Partido Socialista, Osvaldo Andrade, a la ex presidenta a propósito de los cuestionamientos en el oficialismo a su actuación el día del tsunami del 27 de febrero de 2010. Andrade acusó una operación de desprestigio y agregó: "Cuando veo esto recuerdo la campaña que hizo el Sernam hace un tiempo que decía 'maricón es quien golpea a una mujer'". Las críticas del gobierno a Bachelet -fundadas o no, y pese a sus probables motivaciones políticas- no tienen nada que ver con su condición de mujer ni mucho menos con la violencia doméstica, sino con presuntas responsabilidades por las decisiones tomadas el día de la tragedia. Andrade aludió al género de la ex mandataria como si eso fuese un impedimento indiscutible para cualquier ofensiva política (¿a las políticas no se les puede criticar?) y puso de relieve cuán poderosas son las marcas de género a la hora de interpretar el desempeño de una mujer en un cargo público.
En lugar de responder a partir del contexto de las acusaciones o de explicar las decisiones tomadas por Bachelet el día del tsunami y terremoto -como sí lo hizo ella días después-, Andrade terminó trivializando las circunstancias que llevaron a la ex presidenta a la Onemi ese día en cuestión. Su poco afortunado comentario apuntaba a desestimar las acusaciones oficialistas, pero terminó por confundir un tema de liderazgo y carácter con uno relativo a lo que culturalmente se define como femenino. Más aún, dio cuenta de la tendencia a neutralizar a las mujeres como actores relevantes en el ámbito político y, de paso, alimentó el estereotipo que presenta a las mujeres como frágiles y débiles.
En el caso de Bachelet, muchas de las distinciones de género de las que fue blanco durante su campaña y presidencia no fueron en detrimento de su popularidad. Al contrario, la ex presidenta logró consolidar la imagen de una política empática y cercana. Si bien su estilo de liderazgo fue varias veces calificado de femenino e incluso maternal, la tradicional asociación de lo femenino con la emocionalidad se vio reforzada, en su caso, con un carisma y calidez que le ganaron la simpatía de muchos chilenos. No es de extrañar, entonces, que ante la devastación del terremoto y del tsunami, varios familiares de las víctimas hayan buscado consuelo en ella, que entregó abrazos y condolencias por doquier. No es esa evidente empatía -incluso, figura maternal- lo que está en discusión, ni su condición de mujer, sino las responsabilidades que le podrían caber.
Saludos
Rodrigo González Fernández
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