Magdalena Piñera Echenique
¡Simplemente notable! Que decenas de miles de chilenos y chilenas -porque aquí sí que no corre la discriminación ni por género ni por ninguna otra circunstancia- hayan salido a las calles (pese a la lluvia) a reencontrarse con sus raíces, su identidad y su historia es más que una buena noticia para Chile. Nos confirma que cuando somos convocados en forma amplia, creativa y plural, respondemos. También porque, por sobre los estudios de opinión pública -que nos machacan un cierto desencanto y malestar ciudadano-, ayer vimos un entusiasmo verdaderamente esperanzador por adentrarnos en lo nuestro. Finalmente, lo es porque el Día del Patrimonio Cultural -gran idea del gobierno del Presidente Frei Ruiz-Tagle, en 1999- nos da la oportunidad de mirar más allá de nuestras propias narices: somos chilenos todos, los de allá y los de acá, los mayores y los que quedaron automáticamente inscritos en los registros electorales, los mapuches y los aimaras, los de Colo Colo y los de la U, los testigos de Jehová, los católicos y los que profesan el credo Fe Bahá'í que están siendo empadronados por primera vez en el Censo 2012.
Demasiadas cosas nos unen. Ahí está el Mundial de 1962, del cual estamos recordando con fervor su medio siglo. ¿Qué compatriota no ha tarareado alguna vez "Gol, gol de Chile..."? Ahí están la Mistral, Víctor Jara, Matta, Arrau, el Padre Hurtado, Neruda, la Violeta y Clotario Blest, entre tantos otros que nos enorgullecen. Ahí están, asimismo, nuestros dolores: la fratricida revolución de 1891, las odiosas rivalidades entre carreristas y o'higginistas en los albores de la República, la matanza de la Escuela Santa María de Iquique, las violaciones a los derechos humanos durante el gobierno militar y el 27-F. Ellos también -a través del patrimonio- pueden ser un espacio de encuentro entre los chilenos. Si no, ¿cómo se explica la cantidad de ciudadanos que ayer visitaron el Museo Histórico Militar y el de la Memoria, el Cementerio General, la Villa Grimaldi y la cripta de O'Higgins en la capital? ¿A qué más se pueden deber las largas colas para conocer la réplica de la corbeta Esmeralda en Iquique, el campamento Sewell, el Fuerte Bulnes en Punta Arenas, la ex Cárcel de Valparaíso, las nuevas caletas costeras posterremoto y las salitreras en el desierto de Atacama?
Usemos y ¡gocemos! los museos, plazas, monumentos, industrias, edificios públicos, iglesias y rincones no solamente el último domingo de mayo de cada año. Ellos, los monumentos nacionales, nos esperan silenciosos y sin prejuicios los otros 364 días del año. Ojalá la invitación le haga sentido.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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