Jacqueline van Rysselberghe: "Un delegado para campamentos no resuelve el problema"
La ex intendenta realiza un crítico balance de la forma en que se ha manejado la situación de las aldeas tras el terremoto y es escéptica de la designación de Felipe Kast como encargado de los campamentos. "El problema es político, no técnico", afirma.
por Michelle Chapochnick
Jacqueline van Rysselberghe llegó el jueves pasado a la residencia del Presidente Sebastián Piñera. La reunión duró cerca de una hora y hablaron de todo. De la Octava Región, de política y las elecciones municipales de 2012, entre otras cosas. La ex intendenta ya había recibido un llamado del Mandatario la semana anterior, cuando realizó una visita a Concepción. "Ni siquiera cuando era intendenta tenía un contacto tan fluido con él. Cuando hay una cosa complicada, le mando un correo", cuenta.
Van Rysselberghe también abordó con Piñera su proceso de reinvención tras su salida de la jefatura regional, luego de que la oposición anunciara una acusación constitucional en su contra por visar subsidios habitacionales a familias que no fueron damnificadas por el terremoto. Hoy, la siquiatra se debate entre dos opciones: respostular como alcaldesa de Concepción en 2012 o competir el año siguiente en las elecciones senatoriales por la Octava Región. "Pero que nadie tenga la menor duda. Voy a volver a un cargo de elección popular", afirma.
Mirando en retrospectiva, ¿Qué errores cometió en la intendencia?
Cometí errores. Trabajaba al comienzo 15 ó 16 horas. Puede no ser una justificación, pero le di cero importancia a los parlamentarios de mi sector. Ellos se sintieron pasados a llevar, no considerados y cuando me di cuenta y traté de componer las cosas, como en octubre del año pasado, ya era tarde. Después se desencadenó el conflicto por las acusaciones de Alejandro Navarro (sobre los subsidios habitacionales) y ellos lo único que querían era que me fuera... El problema que se generó fue que nosotros teníamos contacto directo con los dirigentes y la influencia que ellos tenían era menor. Eso los afectó. A ellos les gusta ser importantes.
¿Cómo fue su salida?
Difícil. La primera semana después de renunciar fue la más difícil. Estaba acostumbrada a un ritmo de vida a mil. Los niños estaban en el colegio y yo sola en mi casa. Me aburrí. Pero soy una persona fácil de adaptación y al poco tiempo empecé a reinventarme.
¿Qué le pareció la designación de un delegado presidencial para las aldeas y campamentos posterremoto?
La idea de nombrar como delegado a alguien que venga de Santiago a la región a hacer el trabajo que tiene que hacer la gente acá a mí, en general, no me gusta. Es un trabajo que le compete al intendente, que tiene las capacidades de sobra para hacerlo. Tengo la mejor impresión de Felipe Kast en lo personal, es una persona con gran expertice y capaz, pero no tiene mucha experiencia política... Eso es lo que falta. No tengo claridad sobre qué va a hacer y si va a planificar cómo abordar los problemas. Su nombramiento no resuelve el problema que hay hoy día.
¿Por qué?
No se está apuntando al foco del problema. Este es político, no técnico. Hay que abordarlo políticamente y ganarse el corazón de la gente.
¿Por qué el actual gobierno regional no se encargó entonces del problema?
No se imaginaba cómo se manejaba el mundo político en la región. Hizo un mal diagnóstico inicial, pero no me cabe duda de que puede enmendarlo.
A 16 meses del terremoto, la reconstrucción de viviendas lleva un 23% de avance y de las 50 mil casas entregadas por el Minvu sólo tres mil son nuevas ¿Cómo evalúa la gestión del gobierno?
Si bien es cierto que las cosas siempre se pueden hacer mejor, el problema que hay en la región no es de reconstrucción. Están todos los proyectos en ejecución, pero eso no siempre se ha comunicado de manera eficiente a los vecinos. A veces, no se traspasa la información a las bases y eso genera desconcierto.
Usted dejó su cargo hace cerca de cuatro meses ¿Cómo explica las protestas en la aldea de Dichato y Chiguayante?
Hay dos cosas. Subjetivamente, el tiempo para la gente que perdió su casa corre más lento. Eso ya en sí mismo es una dificultad que hay que asumir. Si a ese escenario se suma incertidumbre, falta de fechas claras y de contacto fluido con las autoridades, se genera el rumor, que es caldo de cultivo para cualquier manifestación.
¿Cómo enfrentó usted los conflictos en los campamentos tras el terremoto?
La única manera que tuvimos para conservar la región en paz durante un año, en la época más dura y crítica, fue estar en contacto directo con los dirigentes de base para mantenerlos informados cuando había un problema y cuando había un descontento, poder resolver oportunamente. Para eso, teníamos un grupo de profesionales que trabajaban en las comunidades y acompañaban a los habitantes de esos lugares. Tenían lazos emocionales y de confianza con ellos y monitoreaban sus problemas y necesidades.
¿El intendente Víctor Lobos no cuenta con equipos que cumplan esa labor?
Hoy ése es el problema. Hay una falencia. Están los equipos técnicos muy empoderados, el proceso de reconstrucción está avanzando, (aunque) quizás podría ir cinco meses más adelantado. Pero el problema es que el proceso de reconstrucción se demora y mientras se demora se requiere acompañamiento de los vecinos para que no se sientan abandonados.
¿Por qué dejó de funcionar ese modelo?
Porque consideraron que no era tan importante y que bastaba con acelerar el proceso de reconstrucción. Eso se debe a la falta de experiencia política en los equipos técnicos que están trabajando.
¿Qué tan previsibles eran las protestas en las aldeas? ¿Qué escenario se abre ahora?
Las veía venir y creo que todavía no han terminado. En Dichato para poder negociar hicieron una serie de ofertas y si yo fuera dirigente de (las aldeas) de Arauco, Talcahuano o de Tubul pediría lo mismo. Y como no hay contacto directo con otras localidades, porque todos los esfuerzos y recursos se han concentrado en Dichato probablemente van a tener que resolver problemas con esas comunidades... Es imposible que el intendente esté todos los días allá. Tiene que tener personas que sean capaces de ser los interlocutores con las comunidades. Me imagino que están buscándolas. El problema es que son muchas: eran 84 y van quedando como 76.
¿Qué otros flancos tiene el conflicto?
Esta región desde el punto de vista político es muy compleja. Hay parlamentarios complejos, como Navarro, que a veces ayudan a enardecer los ánimos.
¿Cuál ha sido la principal falencia?
Evaluar mal. Reconstruir con actores políticos que están pululando alrededor de las comunidades no es lo mismo que reconstruir una población sin habitantes.
¿Cómo actuó el gobierno frente a las manifestaciones en las aldeas?
Dado como estaba el escenario, actuaron bien. Estaba muy avanzado el conflicto...
¿Se demoraron?
Se demoraron en reaccionar.
¿Por qué?
Porque por falta de experiencia política no dimensionaron el real riesgo que había.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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