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domingo, 12 de diciembre de 2010

rse: La responsabilidad social de la persona

La responsabilidad social de la persona

A partir del desafío de los controladores el profesor Moccia reflexiona sobre la responsabilidad personal

12.12.10 - 00:17 -
    Se puede definir la responsabilidad social empresarial como un compromiso activo y voluntario por parte de las empresas para el mejoramiento de la sociedad, de la economía y del ambiente. Ahora bien; mientras las empresas han aprendido a trabajar con responsabilidad, parece que algunas personas todavía no tienen claro este concepto. La responsabilidad social de la persona se puede definir como el compromiso activo y voluntario por parte de cada persona para el mejoramiento social, económico y ambiental en pro del bien común.
    Los últimos días nos han dejado dos imágenes muy distintas de trabajadores. Por un lado, hemos visto como unos cuantos controladores de vuelo dejaban irresponsablemente sus puestos de trabajo, en respuesta a la «provocación», por parte del Gobierno, de la aprobación del nuevo decreto que regula su jornada laboral. Por otro lado, hemos visto a un genuino y anónimo policía nacional que, a cambio de nada, se arrojaba materialmente a las vías del tren para salvar la vida de un hombre.
    Estas dos imágenes me ayudan a reflexionar sobre el concepto de responsabilidad social de la persona, una clase de responsabilidad inevitablemente basada en el carácter y las virtudes de cada individuo.
    No quiero entrar en el problema de si las reivindicaciones de los controladores de vuelo son justas o no, ni en el posible maquiavelismo de los políticos. Sólo quiero subrayar la extraordinaria bajeza moral que muchos de los primeros han manifestado. Dejar tirados, de la noche a la mañana, a miles de pasajeros indica un total desprecio de los intereses públicos, una falta sorprendente de conciencia social y un egoísmo muy arraigado.
    Si ha habido un error de concertación, la culpa no es de los miles de viajeros que se apresuraban a ir de vacaciones con sus familias, ni de los miles de empresarios del sector de la hostelería que esperaban con este largo puente cuadrar las cuentas de un mal año.
    Si ha habido un error de concertación, tendrían que haber acudido, como cualquier grupo de trabajadores, a los tribunales, los únicos organismos con poder de impartir la justicia. Lo que no se puede hacer es secuestrar a un país entero.
    Su actuación ha revelado una completa falta de respecto por lo demás y una total ausencia de valores como justicia, respeto, altruismo, amabilidad, compasión, comprensión, disponibilidad, diálogo, diligencia, ecuanimidad, ejemplaridad, generosidad, honestidad, humanidad, humildad, honradez, laboriosidad, lealtad, madurez, modestia, paciencia, sentido común, solidaridad, tolerancia y -por supuesto- amor a la patria, disciplina, obediencia, prudencia y responsabilidad. Las televisiones nos muestran las caras sonrientes de los controladores reunidos en el hotel de Madrid, y haciendo gestos de victoria a los pasajeros que los increpan.
    Mientras tanto, un policía nacional que cobra, probablemente, una sexta parte de lo que cobran los controladores, representa la clase de trabajador con las virtudes que se necesitan para actuar con responsabilidad. Está claro que si queremos que nuestra economía vuelva a ser fuerte, responsable y sostenible, tenemos que empezar por la formación humana de nuestros trabajadores, jefes y empleados. Necesitamos hombres con corazón, virtudes, sentido del deber y seriamente responsables.
    El economista Richard Layard, Director del Centre for Economic Performance de la London School of Economics, señala que en los últimos 20 años hemos sacrificado nuestros valores en nombre del individualismo, del interés privado y de la competitividad, y que necesitamos volver a trabajar para crear una sociedad basada en los valores y en la confianza. Layard advierte que en los años 60, el 60% de los adultos pensaba que, en general, se podía confiar en las personas. Hoy, este porcentaje está por debajo del 30%. En consecuencia, el autor invita a perseguir y restablecer un sistema económico caracterizado por una profunda formación moral, promocionando los valores entre los adolescentes, en los colegios, fomentando unas buenas prácticas entre los profesionales, y adoptando modelos económicos y organizativos en los que la dimensión humana pueda volver a ocupar el lugar privilegiado que le corresponde.
    Un sistema socioeconómico sin valores se convierte en un sistema totalitario del caos. Como señala el Papa Benedicto XVI, «el desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y hombres políticos que vivan fuertemente en su conciencia la llamada al bien común».
    La persona es el elemento central y crucial de la sociedad y de las organizaciones, impulsor de la transformación completa del ambiente de trabajo. La búsqueda del súper especialista, del súper talento, tiene que ser sustituida por la búsqueda de personas con corazón, con unos valores que permitan realizar un trabajo bien hecho, con ilusión, en un ambiente de confianza y lealtad. Y, sobre todo, de personas que, en los momentos difíciles, sean capaces de arremangarse, sacrificarse y buscar soluciones para superar las dificultades.
    Claro está que los controladores son personal altamente cualificado, con unos conocimientos técnicos peculiares, mientras que el policía nacional, probablemente, tiene un titulo medio y nada más. Pero, cuando vemos más allá del cristal de las cualificaciones técnicas, cuando, por cualquier razón, tenemos que superar esta invisible barrera formada por los títulos universitarios, y llegamos al corazón del hombre, que es donde se deciden todas sus actuaciones, ¿qué encontramos? Es ahí donde tenemos que encontrar a la persona madura y responsable: solamente ahí reside la verdadera responsabilidad social de la persona.

    Fuente:
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    Saludos
    Rodrigo González Fernández
    Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
    Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU

     CEL: 93934521
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