Sebastián Piñera E.
Presidente de la República
En los años 30, el cronista Joaquín Edwards Bello afirmaba que los chilenos teníamos tal fascinación por lo nuevo, que terminábamos por despreciar y destruir todo lo viejo. Para él, ejercíamos un culto a lo feo y demolíamos "con alegría, sin considerar el gasto ni el trastorno, sino el negocio del momento".
La lista de construcciones con valor e historia que los chilenos hemos demolido es larga y dolorosa: el Puente de Cal y Canto en 1888; la iglesia del Espíritu Santo de Valparaíso en 1972 o el magnífico Palacio Undurraga en 1976, por nombrar sólo algunos.
En lugar de rescatar y recuperar lo que amamos, muchas veces preferimos reemplazarlo por algo nuevo. Como si la historia y su conexión con nuestra memoria no fueran, en sí mismas, realidades valiosas. Nos olvidamos de que lo que fuimos es parte esencial de lo que somos y de lo que vamos a ser, de nuestro carácter e identidad.
Porque no podemos darnos el lujo de seguir en esta trayectoria, hemos decidido sacar adelante el Legado Bicentenario; un ambicioso programa que busca recuperar espacios públicos, históricos que por una razón u otra han quedado abandonados, con el objetivo de devolverlos a la ciudadanía. Sea un parque, un edificio o un barrio, se trata de renovar y abrir a las personas lugares simbólicos, con gran valor y con un fuerte anclaje en la identidad de nuestra nación.
Ya son muchos los proyectos Legado Bicentenario que se están materializando.
Especial orgullo nos produce el Parque de la Ciudadanía, gracias al cual las 64 hectáreas que incluyen al Estadio Nacional se convertirán en un enorme parque abierto a las personas y la comunidad, con áreas verdes, juegos, lagunas, ciclovías y canchas para hacer deporte. Así, el Estadio Nacional pasará de ser un vecino indeseado a mejorar la calidad y ser parte de la vida de los 180 mil vecinos de Ñuñoa.
Otro ejemplo es el Palacio Pereira. Este hermoso edificio, ubicado en Huérfanos con San Martín, abandonado hace 30 años, fue adquirido por el Estado con el objetivo de rescatarlo y convertirlo en sede de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam) y del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA), y también para que las personas puedan vivirlo como parte de su propia herencia. Este palacio incluirá salas culturales, un gran auditorio y un centro de documentación.
La renovación del Barrio Cívico de Santiago, un proyecto ambicioso pero necesario, le dará una nueva cara a la zona que cuida al Palacio de La Moneda. Este proyecto restaurará las fachadas de los edificios que rodean al palacio; construirá dos nuevos edificios públicos: el Edificio Moneda Bicentenario -cuyas obras ya comenzaron- y el Edificio Cocheras; llamará a un concurso público internacional para renovar el Paseo Bulnes, con el fin de otorgarle el realce que merece y hacerlo más atractivo y acogedor para los ciudadanos, y contemplará la construcción del Centro Cívico Bulnes. Además, creará una gran explanada, que unificará en un solo nivel las calles y aceras que rodean a la Plaza Constitución, la Plaza de la Ciudadanía, la Alameda y el comienzo del Paseo Bulnes, lo que generará un solo espacio público de 500 metros de largo y más de 100 de ancho, dimensiones inéditas para nuestra República.
El Parque Fluvial Renato Poblete será un gran parque urbano de 20 hectáreas, donde, por medio de esclusas, iniciaremos el proyecto Mapocho Navegable e intervendremos su cauce para producir un nuevo brazo del río y una zona de jardines, con instalaciones deportivas, paseos peatonales, espacios culturales y juegos infantiles.
Las regiones son parte central de este Legado Bicentenario. En el norte, junto a la Fundación Altiplano, estamos trabajando en la restauración de las iglesias andinas de Arica y Parinacota, proyecto que también promueve el desarrollo sostenible de las comunidades rurales. Por otra parte, estamos dotando a las capitales regionales de una infraestructura teatral capaz de recibir espectáculos de la más alta calidad. Así, junto a la recuperación patrimonial de los teatros de Iquique y Punta Arenas, estamos construyendo nuevos teatros regionales en La Serena, Rancagua y Concepción.
La compra y recuperación de 10 tradicionales ascensores de Valparaíso, las banderas regionales, entre otros, refuerzan este carácter nacional y regional del Legado Bicentenario.
La historia es el hogar de nuestra identidad. Al rescatar el legado de nuestros antepasados, nos conectamos con nuestra historia. Al proyectar este legado al futuro, las generaciones que nos seguirán podrán disfrutar de una modernidad con sentido histórico, densidad cultural y una auténtica identidad. Éste es el espíritu que inspira y alimenta los proyectos del Legado Bicentenario que dejaremos en herencia a las generaciones que vendrán.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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