Coletazos viñamarinos
El Festival jamás tuvo animador
Sólo presentadores, como argumentara en el pasado la ex alcaldesa María Eugenia Garrido.- Hugh Jackman tuvo la culpa.
Por Toño Freire
Fue necesario que transcurrieran cincuenta años para que los entendidos o críticos de prensa aceptaran que el Festival de la ¿Canción? de Viña del Mar nunca tuvo un animador propiamente tal. Arriba del escenario, temporada tras temporada, únicamente desfilaron meros presentadores anunciando: País…Título de la canción… Compositores... Intérprete…A cargo de la orquesta el maestro… Acto seguido, mostrando exageradamente la blancura de sus dientes, hacían mutis por el foro.
El manejo de media docena de frases clichés los convertía en estrellas insoportables que, además, restando preponderancia a los cantantes los llevó a cobrar sueldos tan altos como ellos. Fue tanto el descriterio que para un Festival de los años ochenta, la ex alcaldesa María Eugenia Garrido provocó un feroz altercado con Antonio Vodanovic, al declarar que el Festival no necesitaba de animador, que bastaba con un buen presentador.
Muy discutida sería la primera autoridad del arribista balneario -en otra oportunidad Eduardo Ravani la mandó a preocuparse del estado de los jardines- pero en esta materia no estaba tan equivocada. Explico: los conceptos de animar y entretener dan base a dos escuelas para referirse al trabajo de una persona frente a público. En tanto la escuela francesa privilegia el término animador (animateur), atendiendo a que deriva de anima, es decir poner alma para contagiar y divertir al espectador, los norteamericanos optan por calificar de entretenedor (entertainer) a quien cumple la función de comunicar o hacer disfrutar a la masa o teleplatea.
De ambas definiciones se desprende palmariamente que quienes han estado arriba del escenario de Quinta Vergara, en ningún caso cumplen tales exigencias. No los contratan para que diviertan o hagan disfrutar. En síntesis, con las debidas variantes, lo suyo es presentar un espectáculo que fue montado por directores y productores tanto criollos como afuerinos. Cecilia Bolocco ha sido la única que hizo disfrutar la noche que mostró generosamente sus dotes de bailarina a todo el territorio. No en vano ha sido la presentadora más cara.
¿Por qué este 2009 se descubrió que Viña falla en su animación? ¿Que quienes actúan son previsibles, limitados de recursos, compiten entre ellos? ¿Que es muy notoria su dependencia del telepronter o que su memorización resulta postiza? Si hasta el manido recurso del beso los expuso al ridículo. Para desgracia de Soledad Onetto y Felipe Camiroaga, días antes del Cincuentenario festivalero se transmitió la entrega de los premios Oscar de la Academia de Cine y la ceremonia estuvo a cargo de Hugh Jackman, actor estrella del filme Australia. Él sí que animó la fiesta fílmica. Como corresponde a un animador, actúo, bailó, cantó, contó chistes, improvisó. Por supuesto que asimismo presentó. Hizo que la interminable y a ratos latosa entrega fuera digerible.
Por lo tanto, cumplió con la tarea para la cual le pagaron. Y todo lo realizó con galanura, espontaneidad, carisma, calidad. Una clase magistral de Animación. ¿Existe en Chile tal profesional? ¿Significa modificar las rígidas estructuras de un Festival demasiado visto? Aceptando que su cometido se emparienta con el del showman, con medio siglo golpeando en la misma roca, y lo vengo señalando desde hace décadas, estimo que ya es hora de intentar cambios. El esquema viñamarino está muy repetido. Para modificarlo no sería errado empezar por la animación, aunque esto signifique introducirse en las también anquilosadas formas de presentar programas estelares que conservan los canales. El tercer milenio de las comunicaciones es más exigente y, mal que mal, la TV chilena igualmente ya cumplió 50 años.
Por Toño Freire
Fue necesario que transcurrieran cincuenta años para que los entendidos o críticos de prensa aceptaran que el Festival de la ¿Canción? de Viña del Mar nunca tuvo un animador propiamente tal. Arriba del escenario, temporada tras temporada, únicamente desfilaron meros presentadores anunciando: País…Título de la canción… Compositores... Intérprete…A cargo de la orquesta el maestro… Acto seguido, mostrando exageradamente la blancura de sus dientes, hacían mutis por el foro.
El manejo de media docena de frases clichés los convertía en estrellas insoportables que, además, restando preponderancia a los cantantes los llevó a cobrar sueldos tan altos como ellos. Fue tanto el descriterio que para un Festival de los años ochenta, la ex alcaldesa María Eugenia Garrido provocó un feroz altercado con Antonio Vodanovic, al declarar que el Festival no necesitaba de animador, que bastaba con un buen presentador.
Muy discutida sería la primera autoridad del arribista balneario -en otra oportunidad Eduardo Ravani la mandó a preocuparse del estado de los jardines- pero en esta materia no estaba tan equivocada. Explico: los conceptos de animar y entretener dan base a dos escuelas para referirse al trabajo de una persona frente a público. En tanto la escuela francesa privilegia el término animador (animateur), atendiendo a que deriva de anima, es decir poner alma para contagiar y divertir al espectador, los norteamericanos optan por calificar de entretenedor (entertainer) a quien cumple la función de comunicar o hacer disfrutar a la masa o teleplatea.
De ambas definiciones se desprende palmariamente que quienes han estado arriba del escenario de Quinta Vergara, en ningún caso cumplen tales exigencias. No los contratan para que diviertan o hagan disfrutar. En síntesis, con las debidas variantes, lo suyo es presentar un espectáculo que fue montado por directores y productores tanto criollos como afuerinos. Cecilia Bolocco ha sido la única que hizo disfrutar la noche que mostró generosamente sus dotes de bailarina a todo el territorio. No en vano ha sido la presentadora más cara.
¿Por qué este 2009 se descubrió que Viña falla en su animación? ¿Que quienes actúan son previsibles, limitados de recursos, compiten entre ellos? ¿Que es muy notoria su dependencia del telepronter o que su memorización resulta postiza? Si hasta el manido recurso del beso los expuso al ridículo. Para desgracia de Soledad Onetto y Felipe Camiroaga, días antes del Cincuentenario festivalero se transmitió la entrega de los premios Oscar de la Academia de Cine y la ceremonia estuvo a cargo de Hugh Jackman, actor estrella del filme Australia. Él sí que animó la fiesta fílmica. Como corresponde a un animador, actúo, bailó, cantó, contó chistes, improvisó. Por supuesto que asimismo presentó. Hizo que la interminable y a ratos latosa entrega fuera digerible.
Por lo tanto, cumplió con la tarea para la cual le pagaron. Y todo lo realizó con galanura, espontaneidad, carisma, calidad. Una clase magistral de Animación. ¿Existe en Chile tal profesional? ¿Significa modificar las rígidas estructuras de un Festival demasiado visto? Aceptando que su cometido se emparienta con el del showman, con medio siglo golpeando en la misma roca, y lo vengo señalando desde hace décadas, estimo que ya es hora de intentar cambios. El esquema viñamarino está muy repetido. Para modificarlo no sería errado empezar por la animación, aunque esto signifique introducirse en las también anquilosadas formas de presentar programas estelares que conservan los canales. El tercer milenio de las comunicaciones es más exigente y, mal que mal, la TV chilena igualmente ya cumplió 50 años.
FRATERNALES SALUDOS,
Rodrigo González Fernández
DIOPLOMADO EN RSE DE LA ONU
www.consultajuridicachile.blogspot.com
www.el-observatorio-politico.blogspot.com
www.biocombustibles.blogspot.com
Renato Sánchez 3586 of. 10. Telef. 2451113
Celular: 76850061
Santiago-Chile
CONSULTE NUESTROS CURSOS Y CHARLAS A NIVEL NACIONAL E INTERNACIONAL EN BIOCOMBUSTIBLES- RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL- ENERGIAS RENOVABLES- LIDERAZGO , PARA 2008
Rodrigo González Fernández
DIOPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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