Se ha demostrado la predisposición a desarrollar diabetes mellitus tipo 2 en pacientes que han reganado peso tras haberlo perdido en un programa dietético hipocalórico. Este efecto cuestiona las bondades absolutas atribuidas a la irisina en la lucha contra el sobrepeso y otras patologías asociadas como diabetes 2 o problemáticas cardiovasculares.
Según los especialistas del Instituto de Investigación Biomédica en Red- Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), dirigido por el doctor Felipe F. Casanueva, en colaboración con el grupo dirigido por el doctor Alfredo Martínez, hace falta investigar más antes de precisar las propiedades saludables de esta hormona, que es promocionada como la panacea que convierte la grasa blanca (mala) en parda (buena).
Una comprobacion previa de los niveles de irisina podrían predecir una alteración futura en la glucosa corporal de los pacientes, lo que podría provocar que sufran, en un futuro, diabetes tipo 2 y, en definitiva, el éxito o fracaso de tratamientos antiobesidad
Usada para mejorar los estados de obesidad, la homeostasis de la glucosa y aumentar la esperanza de vida, debe hacerse una evaluación previa de los valores de irisina en pacientes obesos antes de someterlos a una dieta baja en calorías, dice la doctora Ana B. Crujeiras, autora principal del estudio: "Se demuestra que una comprobacion previa de los niveles de esta hormona podría predecir una alteración futura en la glucosa corporal de los pacientes, lo que podría provocar que sufran, en un futuro, diabetes tipo 2 y, en definitiva, el éxito o fracaso de tratamientos antiobesidad".
Para lograr esta conclusión, se estudió un grupo de 136 pacientes obesos que siguió una dieta hipocalórica de ocho semanas para bajar de peso, y que, al finalizarla, trataron de mantenerse en el peso alcanzado. Entre cuatro y seis meses después de ese tratamiento, fueron reevaluados para ver si habían conseguido ese objetivo y evitado el conocido como "efecto rebote", que suele producirse en algunos pacientes después de haber realizado restricciones alimenticias de este tipo, especifica el grupo de investigación.
"En las evaluaciones que se les realizaron se atendió, de forma especial, a los niveles de irisina, leptina y adiponectina, para determinar la diferencia entre las cantidades iniciales, al final de la dieta y después del periodo de seguimiento", asegura la doctora Crujeiras. "Los resultados no dejaron lugar a dudas: de los 136 pacientes analizados, el 50% recuperó el peso perdido y, después de comprobar sus analíticas y observar altos niveles de irisina en sangre, fueron clasificados como resistentes a la insulina".
El valor de las dietas personalizadas
Como conclusión, ante el riesgo de que se cumpla la peligrosa ecuación de "más irisina, más obesidad, más resistencia a la insulina", se ratifica la importancia de las dietas individualizadas amparadas en la nutrigenómica y la necesidad de buscar biomarcadores de respuesta a tratamientos nutricionales antiobesidad.
"Este hallazgo aporta nuevas evidencias sobre la necesidad de localizar biomarcadores que permitan evaluar la eficacia de alimentos funcionales; y la importancia de conjugar armónicamente nuestro ADN con nuestra alimentación de acuerdo con la genómica nutricional", concluye la doctora Crujeiras.
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