LA NUEVA BELLEZA APRIETA COMO LA MAS ANTIGUA
María Antonieta, Madonna y Lady Gaga. Tres mujeres, tres épocas y una única prenda en común. Las tres fiaron parte del secreto de su éxito al corsé, un ingenio, mitad lencería mitad armadura, que durante siglos 'esclavizó' a la mujer y encandiló al hombre con cinturas imposibles, senos rebosantes y vientres planos. Entre ellos, Lorenzo Caprile, el modista más cotizado por la aristocracia española y responsable de los modelos más admirados tanto de la Princesa de Asturias como de las infantas Elena y Cristina.
La pasión de Caprile por los corpiños ya era conocida desde los años 90, cuando comenzó a introducir en España su utilización en los vestidos de novia. «Pero yo no inventé nada. En los ochenta Jean Paul Gaultier y Bibien Westwood ya aprovecharon ese mismo patrón», asegura. Pero ahora, el propio diseñador se ha encargado de desvelar que su devoción va más allá del interés profesional y ha organizado dentro de la Feria de Moda Vintage de Madrid una muestra con su colección privada de corsés originales de los siglos XIX y XX.
«Es la esencia de la feminidad», confiesa rotundo Caprile, que defiende su vigencia porque «define la cintura y realza los atributos de la mujer, dando forma al pecho y redondeando las caderas». «Antes no existía ni el pilates, ni la cirugía estética; la única forma de reducir alguna talla era recurriendo al corsé». Lejos de darle la razón, muchas de nuestras bisabuelas podrían contarle el suplicio que suponía someterse y embutirse en una de estos ceñidores -considerados por algunas incluso una imposición sexista- con el único objetivo de cumplir con los cánones de belleza de la época. Quién puede olvidar la escena de la sufrida Escarlata O'Hara aguantando los tirones de su criada Mammy para intentar ceñir a su enjuto cuerpo un níveo corsé.
La atracción de Caprile por los corpiños comenzó «cuando era niño» y ha ido creciendo con los años. «Los busco en el rastro madrileño, en mercados de antigüedades de cualquier rincón del mundo o en armarios de amigos que, tras el fallecimiento de alguna tía o abuela, me invitan a que los revise y elija lo que me pueda servir», asegura. Su colección está formada por cuarenta piezas de época, algunas consideradas auténticas joyas. «El más antiguo que tengo data de 1850, pero no lo he expuesto por su fragilidad», comenta el modisto.
La exposición de Caprile podrá visitarse hasta este domingo en la sede del Moda Shopping de Madrid. Pero no es éste el único reclamo de la Feria de Moda Vintage, convertida en el mejor escaparate para los diseñadores y comercios especializados en prendas modernas que siguen las tendencias estéticas de décadas pasadas. Así, los amantes de este tipo de moda podrán descubrir y comprar estolas, manguitos y gorros confeccionados por Elena Benarroch, corpiños de Maya Hassen o sombreros de la firma Medrano.
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