¿Pañuelos y fulares sólo cosa de mujeres? ¡Basta ya, por Dios!
Cansadito me tenéis entre todos, cansadito. Parece mentira que llevando como lleváis tanto tiempo leyéndonos algunos en el blog, a estas alturas de la vida y suponiendo que mostréis un mínimo de interés por la moda, no hayáis sido capaces de daros cuenta de la que quizás es la mayor premisa a la hora de vestirnos, elaborar un conjunto, modificar uno existente o incluso crear uno nuevo a partir de la nada: las prendas se hacen a nosotros, no nosotros a ellas.
Estoy cansado de oír que si los fulares son femeninos, que si quiero pero no me atrevo, que si mi novia no me deja y todo por el mismo cuanto de siempre: prejuicios. Que si muy de chica, que si luego dicen que visto muy gay (esa es otra ¿cómo visten los gays? ¿distinto de los heteros?) cuando no nos hemos dado cuenta de que lo femenino no es la prenda en sí, sino la manera que tengamos de llevarla, de conjuntarla, de ponerla y de llevarla.
Cuantas veces hemos visto como el mismo conjunto, con las mismas prendas e incluso las mismas tallas, puesto en distintas personas parece que es totalmente distinto. ¿Qué pasa? ¿Ha cambiado la ropa en el probador? Para nada, el que ha cambiado es el usuario y él es el que da el último y más importante toque al conjunto.
Y sí, es cierto que hay prendas como los pañuelos, los fulares, los bolsos o las faldas que de siempre han estado ligados a los armarios femeninos, pero porque nadie se había atrevido a darle un giro de tuerca. No digo que podamos ponernos las faldas de neustras hermanas o madres, pero desde luego si que podemos coger la idea de falda, adaptarla al público masculino y explotar su tremendo potencial.
Pero como quizás la falda sea mucho pedir, vamos a empezar con los fulares y los pañuelos. Os voy a enseñar unos trucos, algunos principios básicos sobre su uso y como conjuntarlos para que de una vez le perdáis el miedo a esta prenda y os déis cuenta de los elegante y sobre todo, los masculina y varonil que se puede llegar a convertir si sabemos en que ocasión y donde utilizarla.
Existen multitud de maneras de ponerlo, pero personalmente me quedo con tres. La primera de ellas es la cerrada, un toque muy clásico y vintage que solo podemos utilizarlo para looks bastante refinados; es decir, con chaquetas, camisas, pantalones, zapatos
para este caso, y puesto que la mayor parte de las veces suele ir dentro de la camisa, lo ideal es que optemos por fulares, de seda, lino o cachemir que ocupen poco y abulten aun menos.
Si optamos por llevarlo por fuera, tendremos que tener en cuenta que la lazada (sencillísima como podéis ver en la foto) ha de ser abierta, para dar sensación de amplitud y contrastar con la sobriedad y linealidad de la americana o el traje, y conseguir así el efecto contrario: un contraste de texturas y estilos. Y por supuesto poca longitud, aunque eso ya es algo más personal.
La otra opción es llevarlo abierto, sin nudo, tan solo vuelto por el cuello a modo de tola. Esta manera de llevarla se usa cuando lo que queremos no es destacar el uso del fular o el pañuelo en el conjunto, sino a la prenda en si misma: su diseño, sus colores, sus formas
queremos que armonice con el resto de las prendas y que no se convierta en un complemento. Es más, en ocasiones es él quien lleva la voz sobre las camisas o las camisetas, convirtiéndose estas en un simple accesorio de fondo para el fular.
Luego están los multi-vueltas, que se asemejan más a las bufandas aunque no llegan a ser como estas. Son aptos para llevarlos sin nada encima, es decir, huiremos de las chaquetas o las americanas porque no nos cabe todo dentro del cuello. Abrigos amplios, jerseys de cuello vuelto (sobre el cuello), de cuello en V
la idea es probar y que os veáis cómodos con él.
Otra cosa que nos preocupa y que parece irrelevante aunque no es así, es por dónde ha de asomar el extremo del pañuelo o el fular. Podemos o bien ocultarlo dentro de la camisa, o bien por la espalda (siempre y cuando ocupe poco, que no queremos que nos salga chepa) o bien sacarlo a fuera con toda o parte de su longitud, ya sea centrado en el pecho, con lo que hará a efectos visuales de corbata, o bien a un lado, para romper el equilibrio visual del conjunto.
Y luego siempre nos quedará la innovación, tremendamente apreciada a la hora de ponerse los fulares porque con ello no solo conseguiremos distinguirnos del resto sino que además quedará demostrado nuestra afán por buscar continuamente looks nuevos y trasgresores. El de la foto es un claro ejemplo, quizás algo más sofisticado pero que con paciencia y un espejo delante podemos lograr sin problemas.
Y por supuestísimo que estoy abierto a que me mandéis fotos, looks, conjuntos o ideas para publicarlas aquí en Mensencia. Creo que entre todos podemos lograr que de una vez la gente pierda miedo a los fulares y los pañuelos y desde luego que bien recibida (y alabada) serán vuestras propuestas, así que animaos y no tengáis miedo.
Fotos | The Sartorialist, Still in Berlin, Plastic Choko, Waynetippets
Saludos,
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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