Sábado 17 de julio de 2010, p. 34
Brasilia, 16 de julio. La conferencia sobre la mujer convocada por la Comisión para América Latina y el Caribe (Cepal) terminó el viernes con un reclamo de medidas públicas urgentes y un diagnóstico claro: el sector femenino de la población de la región trabaja más, gana menos y es la principal víctima de la violencia y la pobreza.
En las dos décadas anteriores, dice el documento, hubo cambios visibles: cinco mujeres llegaron a la presidencia por voto popular, los parlamentos se feminizaron, más mujeres entraron en el mercado de trabajo y la mayoría de países aprobaron leyes para garantizar sus derechos.
Sin embargo, bajo esta imagen de mejoras subyace una realidad de desigualdades que muestra que ocho de cada diez parlamentarios latinoamericanos son hombres; que las mujeres son las principales víctimas de la pobreza y que sus salarios no llegan a 80 por ciento de los que perciben sus compañeros.
, resume el documento aprobado al final de la reunión realizada en Brasilia. América Latina y el Caribe sigue siendo la región más desigual del mundo y (donde) se agudizan las brechas de género, etnia y raza
Algunos números más trágicos hacen referencia a la violencia. Centenares de mujeres fueron asesinadas por sus parejas o ex parejas el año pasado y, según la Cepal, 45 por ciento de las mujeres en la región han sufrido amenazas de algún tipo por compañeros o ex compañeros.
Escolaridad, logro insuficiente
Un logro indudable ha sido que superen a los hombres en número de inscritos a las universidades y que accedan por igual a la educación primaria y secundaria, aunque esto aún no se traduce en salarios iguales o mayor acceso al mundo laboral.
De hecho, en América Latina, apenas la mitad de las mujeres en edad económicamente activa está en el mercado de trabajo; peor aún: esta cifra había aumentado 10 puntos (de 42 a 52 por ciento) en la década de los 90, pero no ha cambiado en el decenio reciente, y se teme que haya empeorado con la crisis económica iniciada en 2009.
En una región con gran déficit de infraestructura social, como guarderías o atención para ancianos, para las mujeres resulta mucho más difícil el acceso al trabajo, pues cuidan a sus hijos o parientes, y cuando consiguen alguno, las jornadas son extremas.
La preocupación por la situación económica de la mujer llevó a que las conclusiones de la conferencia de Brasilia hicieran , destacó la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena. gran énfasis en la autonomía económica en el ámbito laboral
En la conferencia recomendó hacer mayor énfasis en políticas públicas: más estructura social para las mujeres, forzar la participación del hombre en las tareas de la familia (por ejemplo, a través de la promoción de licencias por paternidad), y fiscalización para que los salarios de hombres y mujeres sean iguales en las mismos niveles, además de un llamado a . enfrentar todas las formas de violencia contra ellas
Un ejemplo tan simple como contundente que dio inmediatos resultados durante el gobierno de Michelle Bachelet en Chile, se dijo, fue la creación de 3 mil 500 guarderías para facilitar el empleo de las madres de sectores vulnerables.
En ese panorama general, la peor situación es para las indígenas y afrodescendientes, que suman los más altos índices de pobreza y más bajo acceso al mundo laboral y político.
, cuestionó la dominicana Marianela Carvajal Díaz, de la Red de Mujeres Afrolatinas y Afrocaribeñas. Muchos países ni siquiera reconocen que hay racismo, ¿cómo esperan adoptar medidas que incorporen a la mujer afrodescendiente o indígena a sus derechos?
Saludos,
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