Implantes tecnológicos
Aumentan las soluciones quirúrgicas que incluyen terminaciones artificiales para el cuerpo humano
Una motorista circula por una calzada urbana y de repente se detiene en un semáforo porque una notificación holográfica que sale de su casco le avisa de que su cerebro acaba de recibir un mensaje de correo electrónico. Esta estampa pertenece a un cómic, pero tal vez un día no tan lejano llegue a ser real. La utilización de dispositivos electrónicos que añadan capacidades extras a los seres humanos se ha desarrollado en las últimas décadas en el ámbito de las historias de ciencia ficción, donde creadores distópicos se imaginan un futuro dominado por las máquinas. Mientras, en el mundo real los científicos continúan diseñando aparatos que mejoran la calidad de vida humana.
Recambios sintéticos
En la actualidad, los implantes más avanzados se utilizan dentro del campo de la medicina. Marcapasos o prótesis de titanio son de uso corriente en hospitales de todo el mundo desde hace décadas. Los marcapasos contienen una pila que alimenta a un motor que manda impulsos eléctricos al corazón para mantenerlo tonificado y estable. El titanio se utiliza asimismo para prótesis de caderas y ensamblaje de huesos dadas sus propiedades de poco peso y elevada resistencia a la torsión y a la corrosión.
Pero estos dos ejemplos no son los únicos: otras partes del cuerpo también reciben implantes que mejoran la calidad de vida de las personas, como la reconstrucción del tejido óseo mediante material sintético reabsorbible (el fosfato de calcio), las prótesis de rodilla, el corazón artificial o los implantes dentales de metales (incluido el titanio).
Hay retinas artificiales que permiten a determinados invidentes recibir ciertas señales y, por tanto ver
Además, diversos tipos de prótesis espectaculares han prosperado en los últimos años. Un ejemplo interesante por las implicaciones que tiene, no sólo prácticas sino también emocionales, son las manos artificiales que responden a las señales eléctricas procedentes del cerebro. Con la llegada de la señal, músculos y tendones se contraen de manera coordinada y el sujeto puede coger objetos o gesticular con los dedos de un modo más o menos ágil.
También destacan los implantes de oído, que estimulan mediante señales eléctricas el nervio auditivo aumentando la capacidad de escucha; o las retinas artificiales que permiten a determinados invidentes recibir ciertas señales y por tanto ver, aunque sean sombras o perfiles. Estos dos tipos de implante ya se encuentran disponibles en el mercado para pacientes que puedan permitirse su coste, que es en la mayoría de los casos muy elevado.
Muchos de estos dispositivos todavía están en fase de desarrollo
Por ejemplo, una pierna artificial C-Leg, que está provista de la primera rodilla modular con la fase de apoyo e impulsión controlada por microprocesadores, tiene un coste superior a los 50.000 euros. Ahora bien, el paciente que incorpore está pierna podrá andar con un alto grado de normalidad e incluso correr y hacer deporte. De hecho, de cara al futuro se espera popularizar este tipo de implantes y reducir su precio, de modo que puedan llegar al mayor número posible de personas que los precisen.
De momento, muchos de estos dispositivos están en fase de desarrollo. Por ejemplo, en el caso de las retinas, actualmente disponen de una resolución muy escasa que da una visión parcial, aunque lo suficiente como para poder distinguir objetos y el movimiento de los mismos. Se estima que la visión humana está situada en torno a los 200 megapíxeles aunque al cerebro sólo llega una imagen de entre 1 y 1,5 megapixeles; estas retinas sólo pueden ofrecer por ahora unos cientos de píxeles de resolución.
Implantes minúsculos
Científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts están desarrollando un dispositivo del tamaño de una célula que sea capaz de calcular el crecimiento de un tumor y controlarlo
Por su parte, la nanotecnología (dispositivos microscópicos) también está jugando un papel importante en los implantes tecnológicos. Científicos del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) están desarrollando un dispositivo del tamaño de una célula que sea capaz de calcular el crecimiento de un tumor y controlar del mismo modo su tratamiento mediante el análisis de diferentes sustancias, como la glucosa y el oxigeno.
En el caso del cerebro, las tecnologías actuales están ensayando con diferentes dispositivos que mandan señales eléctricas a las partes más profundas del mismo para estimular los núcleos subtalámicos y mantenerlos tonificados, ya que son unas de las partes que se ven afectadas en la enfermedad de Parkinson.
Para mejorar las respuestas neuronales en determinadas enfermedades, científicos de la Universidad de Texas han ideado una técnica mediante el uso de nanotubos de carbono, logrando un mejor rendimiento en las terapias mediante estimulación eléctrica. En este sentido, los implantes cerebrales se han convertido en los más controvertidos por la capacidad que puedan tener de interferir en los actos de los individuos y manipular su voluntad.
A medio plazo, este tipo de implantes servirá para detectar problemas de salud como diabetes, cáncer o coronarios. Sin embargo, estas tecnologías también se están desarrollando para usos más lúdicos, como el desarrollo de un implante mamario con reproductor de MP3 incluido, según explicaron hace unos años los responsables de los laboratorios de BT.
Chips subcutáneos
Más cercanos en el tiempo, entre los implantes más generalizados están los chips insertados bajo la piel. En España, este tipo de chips es utilizado por los veterinarios para identificar a los animales domésticos. Sin embargo, existen diferentes variantes más desarrolladas que permiten el control de la ubicación de la persona o animal que lleve el chip insertado mediante tecnología de radiofrecuencia. Esta variante se usa en Inglaterra para tener controlados a determinados delincuentes.
Una de las empresas que comercializa estos chips es VeriChip. Dispone de varios productos en el mercado, algunos de ellos pensados para enfermos de Alzheimer, a los cuales se les implanta un chip que integra tecnologíaRFID (Radio Frequency Identification). De esta manera, pueden ser identificados y controlar su posición por si se pierden. También si algún sanitario encuentra a estas personas perdidas, puede tener acceso a su historial con el desarrollo de la enfermedad, así como a sus datos personales, lugar de residencia, personas de contacto, etc.
Hay microcircuitos que permiten controlar mediante radiofrecuencia la ubicación de la persona o animal que los lleve insertados
Este tipo de chips, que no necesitan baterías, puede ser leído de forma inalámbrica con un dispositivo apropiado. Ello genera una serie de problemas éticos y de privacidad, ya que suponen un acceso poco blindado a datos personales de los individuos y con bajos niveles de seguridad en la protección de los mismos.
Otro aspecto que se debe tener en cuenta y que genera reticencias alrededor de estas tecnologías es que algunos estudios realizados sobre animales parecen haber encontrado una relación entre la implantación de chips RFID y la aparición de algunos tumores malignos. Actualmente se está analizando si estos tumores han sido fruto del implante, sin que por el momento se hayan extraído conclusiones.
Críticos con los implantes tecnológicos
En 2005, el Grupo Europeo de expertos en Ética, Ciencias y Tecnologías (GEE), presidido por el filósofo sueco Göran Hermerén, concluyó que los usos no médicos de los implantes tecnológicos en el cuerpo humano son "una amenaza potencial a la dignidad y a la sociedad democrática". Según el GEE, los implantes tecnológicos son éticos y no problemáticos, por ejemplo, si pensamos en los marcapasos. Sin embargo, si bien unos implantes se pueden utilizar para reparar capacidades corporales deficientes, otros son más cuestionables desde el punto de vista ético, particularmente si tales dispositivos son accesibles desde redes digitales.
Tanto los implantes médicos como los no médicos requieren claramente un "consentimiento informado", advierte el GEE. Esta información no debe referirse solamente a las ventajas y riesgos ligados a la salud del portador, sino también a los posibles riesgos de que tales dispositivos sean usados para localizar a estas personas y para obtener la información almacenada en los mismos sin previo consentimiento. Además, debe tenerse en cuenta la ética de la inviolabilidad del cuerpo humano, no como una barrera al avance de la ciencia y la tecnología, sino como el límite para no caer en un uso erróneo.
Por otra parte, consideran que es necesaria una regulación, ya que actualmente los implantes tecnológicos no médicos en el cuerpo humano no son cubiertos explícitamente por la legislación existente. En opinión de algunos expertos, los implantes tecnológicos que tienen fines médicos deberían ser regulados de la misma manera que las drogas.
El transhumanismo, ¿realidad o ficción?
Se trata de una corriente filosófica y cultural que ve la necesidad de mejorar la condición humana mediante el uso de tecnologías que aumenten las capacidades físicas
El transhumanismo se sitúa en las antípodas del Grupo Europeo de expertos en Ética, Ciencias y Tecnologías (GEE). Se trata de una corriente filosófica y cultural que ve la necesidad de mejorar la condición humana mediante el uso de tecnologías que aumenten las capacidades físicas actuales. Esta corriente de pensamiento se basa en el uso de la razón, sustentada en los derechos humanos y en los ideales promovidos por las escuelas de la ilustración y el humanismo.
El movimiento fue descrito por Julian Huxley en los años 50 del siglo pasado, pero hasta la década de los 80 no consiguió el apoyo para convertirse en una corriente de pensamiento apoyada por científicos, artistas y futuristas.
Los transhumanistas piensan que tecnologías ya existentes, y otras que están en vías de desarrollo, aplicadas a gran escala, modificarán la sociedad de igual forma que lo han hecho las tecnologías informáticas. Consideran que se pueden superar las actuales limitaciones biológicas mediante tecnologías que hagan a los seres humanos más saludables, longevos y con una mayor capacidad intelectual, física y emocional. Para ello, exponen avances como la genética, la nanotecnología o la inteligencia artificial.
Los teóricos del transhumanismo consideran que se deberán adoptar medidas basadas en la tecnología para acelerar la evolución de los humanos
Uno de los aspectos más destacables (y pintorescos) de este movimiento filosófico es el relacionado con la evolución humana. Los teóricos del transhumanismo consideran que se deberá adoptar una serie de medidas basadas en tecnología para acelerar la evolución de los humanos. Entre otras propuestas, se considera necesario realizar modificaciones en distintas partes del cuerpo humano, como el cerebro, el sistema nervioso o los receptores del cuerpo. De esta forma, la evolución humana pasará de ser una línea recta a una curva exponencial, donde en un corto periodo de tiempo se podrán conseguir habilidades actualmente inimaginables.
En este sentido, el transhumanismo sostiene que las maquinas llegarán a superar al ser humano en cuanto a inteligencia, cualidades físicas y emocionales. En este momento, tal y como sostiene Ray Kurzweil, científico, escritor y experto en sistemas de inteligencia artificial, se producirá la denominada singularidad tecnológica. Es decir, las máquinas harán avanzar exponencialmente su capacidad sin la intervención del hombre y sin que éste sea capaz de comprender los avances que se han realizado, ya que escapan a su capacidad intelectual y razonamientos. Por tanto, la única manera que tendrán las personas de interactuar con estas máquinas será mediante implantes tecnológicos que las pongan a su altura.
Los extropianos
El movimiento paroxista de los extropianos surge como una rama de los transhumanistas. Comparten con estos las ideas de mejorar el cuerpo humano mediante el uso de la tecnología, sin embargo, los extropianos consideran que estos planteamientos para mejorar y desarrollar la vida no deben estar basados en ninguna creencia dogmática. En último extremo, los extropianos apoyan la idea de prescindir del cuerpo humano y desarrollarse y vivir dentro de un sistema en red. Sus principios se basan en la búsqueda de duración indefinida de la vida, la supresión de los limites políticos, culturales o biológicos, la autotransformación y el uso de la tecnología.
Rodrigo González Fernández
DIOPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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