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sábado, 12 de septiembre de 2009

La ejecutiva que salvó a Iansa de la quiebra en los 80 vuelve al agro y apuesta por los arándanos

La ejecutiva que salvó a Iansa de la quiebra en los 80 vuelve al agro y apuesta por los arándanos

 

 

Hace cuatro años se hizo cargo de los campos de su familia en Futrono, pero al llegar debió tomar decisiones drásticas. La mayor: cerrar la lechería que por cuatro décadas había funcionado en el lugar y reconvertir esas tierras a cultivos de potencial exportador. Así llegó a los arándanos y hoy se apresta a completar 100 hectáreas...

Muchos la identifican con el agro por su paso por la gerencia general de Iansa, cuando la rescató de la quiebra en los 80. Pero su lazo con la tierra va más allá. Su padre, Andrés González, fue un importante productor lechero y director, por casi dos décadas, de la empresa Colun. Y aunque ella hizo su propia carrera ejecutiva y empresarial, siempre supo que algún día se haría cargo del negocio. En eso está ahora. Hace cuatro años, Verónica González tomó las riendas de los fundos de su familia en Futrono y desde entonces su mayor objetivo ha sido transformarlos en una industria con todas sus letras. "Yo soy de las que creen que el lema 'Chile, potencia alimentaria' hay que hacerlo realidad", dice.

Para conseguir su objetivo tuvo que dar un giro. Por eso, cerró definitivamente la lechería que por más de 40 años funcionó en sus tierras y se propuso reconvertir el campo a cultivos exportables de fuerte potencial. Su elección, después de asesorarse con expertos, fueron los arándanos. Hoy tiene sobre 50 hectáreas en producción y ya está trabajando en un proyecto, de cinco a siete años plazo, para llegar a 100 hectáreas. No fue un paso fácil, confiesa. "Cuando el negocio deja de estar al servicio de la causa del emprendimiento, uno tiene que tomar decisiones drásticas. Nuestra lechería, en el Criadero Coique, llegó a tener entre 800 y 1.000 vacas en leche. Fue duro, pero logré que me entendieran", cuenta.

Vendió el ganado en 2008, cuando la industria estaba en su mejor momento. Con ese capital, más créditos de la banca, se puso a trabajar. Los arándanos, se sabe, son intensivos en costos: cada hectárea, cuya producción promedio va entre 10 mil y 14 mil kilos, requiere, en promedio, unos US$ 30 mil dólares de inversión. A eso se suma la mano de obra –se llega a peaks de 500 a 600 personas- y la tecnología necesaria para asegurar la calidad del producto, cuya cosecha y exportación se juega en verano.

Tan alta demanda le ha significado estar al menos una semana por mes en el sur, viendo en terreno cómo florece su agroindustria. El paso siguiente será instalar, hacia 2011, un packing en el mismo campo, para asegurar que el producto salga perfecto rumbo a los mercados externos, a los que llega después de 57 ó 60 días de viaje en barco.

Sus primeras partidas, en enero de este año, aterrizaron en los supermercados ingleses. A futuro espera abarcar más países. Para eso, sin embargo, requiere de volumen y esa es la razón por la cual se está asociando a un grupo de cinco productores de la zona, con quienes tiene proyectado vender, en el mediano plazo, cerca de 1,5 millón de kilos de arándanos. Esto es casi el 4% de lo que exportó Chile en este producto en todo 2008 y un poco más de lo que ella llegará a producir a futuro, cuando complete las 100 hectáreas.

"Es un buen negocio, entre otras cosas, porque es un mercado en maduración. Lo que importa acá no es sólo el precio, sino la calidad de los productos e incrementar nuestra capacidad de llegar directamente a los centros de consumo. Como diría un amigo, eso implica tomar la maletita de mimbre y viajar mucho. Por eso me estoy asociando: hay que ser efectivos, porque los márgenes ya no son los de antes", agrega.

A nivel interno, su mayor esfuerzo está puesto en la capacitación de sus trabajadores. Le importa que manejen la tecnología y también que hablen inglés, para entenderse con los potenciales clientes.

Mente empresarial 

Lo de ser empresaria no es nuevo para Verónica González. Hace 14 años, junto a Patricio Reich -en ese entonces director de la Cámara de Comercio de Santiago, al igual que ella- formó Sinergy Group, una empresa que se dedica al control de olores industriales y que ha estado tras la limpieza de emanaciones en proyectos como La Farfana o el vertedero de Lepanto.

"A mediados de los 90 yo había vendido mi participación en Forestal Colcura y recibí un llamado de Patricio. '¿Has pensado -me dijo- que podrías tener tu dinero en el banco y no te pasaría nada..., pero nada de nada?'. Así fue que nos pusimos a pensar qué hacer y decidimos emprender esta aventura. Hoy somos de los pocos en el mundo en esta tipo de industria", relata.

Al principio, recuerda, "fue una tarea de titanes: teníamos que convencer a las empresas y abrir un mercado que no existía". Poco a poco fueron sumando clientes y hoy con su tecnología -basada en aceites esenciales que destruyen las partículas generadoras de mal olor- se encargan de la limpieza de ambientes en lugares de altas concentraciones, como centros comerciales y aeropuertos, y en zonas industriales, como plantas de celulosa y productoras mineras.

Fuente: La Tercera

FRATERNALES SALUDOS,
Rodrigo González Fernández
DIOPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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