por Gloria de la Fuente
Sep. 17 , 2009
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Son innumerables las veces en las que, durante estos últimos años, me he encontrado en discusiones en las que se acusa una especie de "majadería" femenina al intentar poner la igualdad de género como consigna, ya sea en el espacio público o en el privado. Sin lugar a dudas, este es un argumento que, muchas veces, tiene en el trasfondo una defensa del statu quo que busca limitar la posibilidad que sean las propias mujeres quienes, de manera autónoma, construyan su propio destino.
La historia de la conquista por la igualdad de género tiene larga data en nuestro país. En el año 1949 conquistamos el derecho a participar en todo tipo de elecciones y, desde el retorno a la democracia en 1990, se observa mayor acceso de las mujeres a educación superior y al mercado del trabajo y se ha logrado visibilizar un problema que permanecía oculto en nuestra sociedad: la violencia de género. A ello ha contribuido, entre otras cosas, una política sistemática de incorporación del género como un tema relevante para los distintos gobiernos.
No obstante, si se observan las cifras de la reciente inscripción de candidaturas parlamentarias al Congreso Nacional, los resultados sobre participación política de la mujer no son muy alentadores.
ELECCIONES PARLAMENTARIAS 2009 | TOTAL CANDIDATOS INSCRITOS | TOTAL MUJERES |
SENADORES | 54 | 8 (14.8%)
|
DIPUTADOS
| 441 | 73 (16.5)
|
Fuente: SERVEL
En términos de cifras, esta realidad no es mejor que la del año 2005, donde sólo el 13,6% del total de candidatos al Senado eran mujeres y el 16,3% lo eran para la Cámara de Diputados.
Esto plantea la urgencia de avanzar en el proyecto de ley que establece la participación política equilibrada de hombres y mujeres, iniciativa que ingresó a tramitación al Congreso Nacional en Diciembre de 2007 y sobre la que recientemente la Presidenta de la República anunció suma urgencia. Entre sus principales aspectos, el proyecto contempla:
- Incorporar en nuestra legislación el principio de la Participación Política Equilibrada de mujeres y hombres.
- Asegura un "piso mínimo" de mujeres y hombres en las candidaturas a cargos partidarios internos y a cargos de elección popular a nivel parlamentario y municipal de concejales.
- Establece un incentivo para las mujeres candidatas, con el objeto de estimular su participación en las elecciones.
- Establece un incentivo gradual para los Partidos Políticos que incorporen candidatas mujeres por sobre el piso legal en sus listas.
¿Por qué puede ser relevante una iniciativa como esta? Muchos señalan que el tema de la participación política equilibrada es, en definitiva, un asunto de preocupación de las elites, que, en esencia, no afecta la vida de miles de mujeres que no tienen interés en la política. No se trata de eso, sino que más bien, de preguntarse sobre la legitimidad de una democracia que excluye a un porcentaje importante de la población del espacio esencial de la toma de decisiones, lo que, por cierto, no obsta la necesidad de abordar la multiplicidad de temáticas y políticas ligadas a las cuestiones de género, donde se han observado importantes avances. De esta manera, no se trata de establecer condiciones de discriminación arbitraria a favor de las mujeres, porque la discriminación no es posible en un terreno donde existen desigualdades de origen, entre otras cosas, para poder competir. Mal que mal, las mujeres en Chile somos el 52.5% del padrón electoral.
Que duda cabe que, a lo largo de nuestra historia, la conquista de derechos femeninos ha sido también una conquista para la democracia. Esto es parte importante de lo que nuestro país ganó con la elección de la Presidenta Michelle Bachelet en el 2005, que está terminando su periodo, además, con los niveles más altos de aprobación de un mandatario desde el retorno a la democracia (pese a que muchas de las críticas que se le hacía al principio tenían un contenido abiertamente sexista). Ello se ha traducido también en avances importantes en equidad de género, no sólo en el ámbito de las políticas públicas, sino que particularmente, en la posibilidad que hoy tenemos miles de mujeres de soñar, por que no, con la banda presidencial, cuestión que hace menos de una década era impensable para mi, mi madre y mi abuela.
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Fuente la tercera:
Saludos
Rodrigo González Fernández
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