Análisis comunicacional: fines comunicacionales-politicos y de las encuestas
Bachelet y la operación de Pérez Yoma: otra cosa es con delantal
Como si fuera la directora de un hospital, la Presidenta le leyó el parte médico de su ministro del Interior a los chilenos frente a la prensa. De paso también fue una posibilidad para que se mostrara como la jefa de Pérez Yoma, cuando éste se atribuyó la responsabilidad en la salida de Francisco Vidal de La Moneda.
Por Arturo Arriagada
En una semana donde la agenda pública ha estado copada con historias de pacientes que requieren transplantes de órganos, ahora el transplantado fue el ministro del Interior. Más allá de las coincidencias, la operación de Pérez Yoma dejó al descubierto tanto errores como aciertos comunicacionales de La Moneda. Por una parte, nadie sabía respecto de la condición de salud del ministro. Por otra, fue Bachelet la que habló del tema con los medios y no Carolina Tohá, la nueva vocera de gobierno.
En este último mes las historias de personas que requieren de un transplante para poder vivir han sido lo más cercano a un reality. Pero un reality de verdad. En este escenario, la opinión pública nunca supo que el hombre más poderoso de La Moneda estaba en lista de espera para recibir la donación de un órgano.
El silencio por parte del gobierno frente a este hecho refleja dos problemas. En primer lugar, da cuenta de los escasos niveles de transparencia a los que puede acceder la ciudadanía. La salud de los ministros es un tema público y a la vez de interés público. Es sabido que en otros países la salud de los políticos ha sido un factor clave en períodos electorales y gubernamentales. En Chile lo fue cuando Bachelet -en ese entonces candidata a la presidencia- sufría de una enfermedad de la que ahora nadie se acuerda.
Si la ciudadanía no tiene información respecto al estado de salud de sus representantes, menos va a tener información sobre sus declaraciones de intereses. En ambas situaciones, la información es clave para la estabilidad del sistema democrático. Los ciudadanos saben que sus gobernantes pueden dedicarse a hacer bien su trabajo, porque están sanos pero además porque son probos.
En segundo lugar, La Moneda desaprovechó una oportunidad para instaurar y comunicar una política de donación de órganos que mejore la situación de pacientes que se encuentran en listas de espera. Con su caso, Pérez Yoma pudo haber estimulado una serie de acciones políticas destinadas a cambiar el estado actual de la normativa que regula la donación de órganos en Chile. Con ello, Bachelet y su gabinete hubieran dado una señal de estar en sintonía con la ciudadanía al liderar la lucha por generar igualdad de oportunidades para los chilenos que requieren de un transplante.
Lamentablemente, la disponibilidad de un órgano para el ministro se dio en una semana donde el tema más relevante de la agenda pública fue la donación de órganos. Independiente si la opción por el silencio fue de Pérez Yoma o de La Moneda finalmente es una mala señal de transparencia ante la opinión pública.
Ya que sabe que en su rol de médico obtiene la aprobación de la opinión pública, Bachelet fue -con o sin intención- la más favorecida con la situación de Pérez Yoma. Como si fuera la directora de un hospital, Bachelet le leyó el parte médico de su ministro del Interior a los chilenos frente a la prensa. De paso también fue una posibilidad para que Bachelet se mostrara como la jefa de Pérez Yoma, cuando éste se atribuyó la responsabilidad en la salida de Francisco Vidal de La Moneda.
Pero a la vez el rol de Bachelet demostró que en este tipo de situaciones los voceros pueden ser desechables. Lo que era una buena oportunidad para que Carolina Tohá manejara los hilos comunicacionales del gobierno, terminó siendo sólo el reflejo de su noviciado. Si los buenos voceros son aquellos que se transforman en la voz del gobierno para la opinión pública en momentos críticos, quiere decir que Tohá perdió una oportunidad para hacerse cargo de estos desafíos en el último año de la era Bachelet.
Así como cada político tiene su caballito de batalla para atraer el apoyo popular -desde las canastas familiares hasta los shows con las figuras televisivas del momento- Bachelet sabe que una foto con delantal blanco vale más que mil palabras. Cada vez que da cuenta de su experiencia como médico sabe que está empatizando con la ciudadanía. Lo supo cuando hacía campaña y prefería salir con delantal en las fotos porque "daba más votos". El mismo al que ha recurrido una y otra vez en su gobierno para explicar los partes médicos de su propio hospital, La Moneda. Con lo demostrado ayer, Bachelet sigue en carrera por terminar arriba en las encuestas. Todo ello a costa de su nueva vocera y del silencio de Palacio frente a información sensible como la salud de la segunda persona con más poder en el gobierno.
*Arturo Arriagada es Profesor/Investigador, Escuela de Periodismo, Universidad Diego Portales. Actualmente realiza estudios de postgrado en London School of Economics (UK).
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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