Hablar bien es el resultado del proceso de conocerse a sí mismo, a la audiencia y, por supuesto, al tema a tratar.
Preparar el escenario
Antes de comunicar, debemos preparar el escenario. Para ser un buen comunicador, es muy importante estar consciente del trabajo previo que requiere.
Comunicar no significa hablar; el hablar es un resultado final de un proceso que comprende conocerse a sí mismo, a la audiencia y, por supuesto, al tema a trabajar.
En cuanto a la audiencia o espectadores, hay que tener claro que todos son distintos, incluso cuando se deba realizar dos exposiciones sobre un mismo tema, en dos públicos diferentes, probablemente se deban realizar dos charlas distintas.
Observar y observar
En primer lugar, hay que procurar observar antes de hablar. Cuantos más aspectos del entorno uno sea capaz de percibir, más información tendrá para comunicar.
Dicho de otro modo, debemos acostumbrarnos a ver todo lo que se mira. Por ejemplo, hay que tratar de saber qué lenguaje utilizan las personas presentes, cuáles son sus intereses y creencias y, en especial, el modo en cómo debe aproximarse. Se debe poner atención en sus gestos, miradas, vestimenta, que nos da indicios del grado de formalidad o relajo, también el espacio donde estamos y las condiciones ambientales, por mencionar algunos ejemplos.
Lo más importante es encontrar una fuerte sintonía entre el lenguaje y el entorno, ya que esto provocará que la comunicación sea más eficiente.
Lo más importante es encontrar una fuerte sintonía entre el lenguaje y el entorno. En la foto, el republicano Newt Gingrich.
Una vez que comienza la comunicación debo siempre recordar el hacerlo con calma, hay que respetar los límites del otro. También es importante identificar aspectos que tienen que ver con el carácter de la o las personas con las que estamos, esto es parte de la información que se puede develar en la comunicación.
El verdadero líder motiva sin gritar ni usar técnicas coercitivas.
Autoridad, herramienta comunicativa
Muchas veces, la gente piensa que por hablar fuerte, rudo y con una actitud arrogante, se demuestra autoridad; sin embargo, esas creencias subestiman al público.
En un ser que inspira autoridad, convergen tres conceptos: conocimiento, experiencia y credibilidad. Al respecto, David Fischman, en su libro "El camino del líder", de alguna manera señala que el verdadero líder es aquel capaz de motivar y movilizar a su grupo, sin necesidad de utilizar técnicas coercitivas para lograr sus objetivos.
Para Fischman, un líder es aquel que mantiene el ego, en el justo equilibrio para poder sentirse capaz, seguro e influyente, y al mismo tiempo ser humilde, receptivo y persuasivo en la ejecución de la autoridad, ya sea ésta obtenida de manera formal o informal.
El conocimiento del tema es fundamental. Cuando una persona está exponiendo una materia que no maneja a cabalidad, la audiencia lo percibe. Y cuando el grupo no se siente convencido por los conocimientos del interlocutor, rápidamente pierde sintonía y, por ende, la eficiencia necesaria de la comunicación.
Parte del conocimiento del tema se relaciona con la experiencia que se tiene con ese tema, nadie ajeno a la práctica puede exponerlo con autoridad, ya que hay un vacío muy grande de contacto con el tema y, por lo tanto, un vacío en el conocimiento del mismo.
La credibilidad depende directamente de los aspectos anteriores: experiencia y conocimiento; como también del nivel de contacto que logre con la audiencia.
Para lograr este nivel de contacto, la empatía juega un rol fundamental. Es muy poco probable que una persona no empática pueda convertirse en un líder que ejerce autoridad.
El líder, desde esta perspectiva, es una persona que no sólo es consciente de sus capacidades, también de sus propias falencias y de los errores en los que incurre, lo que lo convierte en un ser accesible y, por cierto, empático.
En este sentido, una persona que es capaz de admitir sus errores y debilidades frente a sus seguidores (es más eficaz que hablar dando órdenes), da cuenta de quien tiene plena conciencia de sus actos y que sabe asumir con responsabilidad los desafíos que se ha propuesto; eso habla de su seguridad y de su alta tolerancia para superar los obstáculos que se le presentan.
En resumen, se trata de una persona capaz de asumir sus errores y la crítica como un aspecto a favor y no en contra, lo que le permite mejorar en pos de sus propios desafíos y de los demás.
Practicar y practicar
Ahora bien, la gran mayoría de las personas pueden llegar a convertirse en buenos oradores. Esto tiene mucho de técnica y preparación, por lo que es primordial, en primer lugar, observarse y escucharse, para así poder determinar los aspectos débiles al momento de comunicar.
Pesquisado lo anterior, sólo hay que atreverse y practicar, hasta que aquello que resultaba ajeno se convierta en algo natural. A este respecto, nuestras habilidades finalmente son el resultado del ejercicio permanente de determinadas prácticas, las que por repetición terminan siendo parte de nuestro modo de vida y conducta cotidiana, llegando a ser conductas casi automáticas.
¡Hasta el jueves! ¡Matrículas abiertas!
Columna opinión Vasco Moulian
El arte de saber qué decir y cómo…
La oratoria es el arte de hablar, de seducir con la palabra, de cautivar. De envolver con un discurso, una frase o una idea. La oratoria es imprescindible en una convocatoria. Así como lo es también la comunicación no verbal que la acompaña. La suma de ambas nos proyecta sin duda, personajes potentes y convincentes. Creíbles. Ese es quizás el mayor atributo que ha tenido por estos meses el movimiento estudiantil y su dirigencia.
Más allá de sus convicciones o valores. Más allá de que estemos o no a favor de ellos y sus peticiones, la imagen de Camila Vallejo y Giorgio Jackson ha trascendido incluso más de lo que se quisiera la clase política. Gracias a su potente oratoria y a su convincente discurso no verbal, Vallejo y Jackson se han convertido en innegables referentes de la actualidad política del país.
Han conseguido lo que parecía imposible.
Hace dos días, la Universidad de Los Lagos realizó una encuesta en cuatro regiones del sur y Vallejo presentó el 71% de aceptación entre los encuestados. Esto sumado a la tremenda aceptación de más del 50% que tiene el movimiento estudiantil en Chile según Cerc y Adimarc, refleja enormemente su capacidad de discurso, su tremenda oratoria, ese brillo en sus ojos y su innegable belleza y fragilidad aparente se suman en un todo que ha conseguido la atención.
Y si a eso le sumamos que es comunista, es incluso más admirable el trabajo verbal y no verbal que se ha construido en torno a ella. Es más, hasta la revista Newsweek y The New York Times le han dedicado pomposas frases, capacidad de convocatoria y belleza.
En tiempo récord se ha convertido en el rostro de un movimiento de descontento que agrupa a miles de jóvenes. Y sin duda, es primera vez en nuestra historia que un dirigente marxista acapara tal nivel de protagonismo y arrastre masivo.
Camila Vallejo sabe cómo levantar la voz, como ser crítica, dura, y también sabe muy bien cómo verse desprotegida y débil.
En menor medida, pero con igual efecto, Giorgio Jackson presenta una postura mucho más sensible, cercana y cariñosa que Vallejo. Él es el hijo abnegado, el estudiante cuya conciencia social lo hace pedir lo que los demás necesitan, incluso cuando para él no es imprescindible. Un hijo dedicado, un joven de buena cuna, inteligente, mesurado y tremendamente cercano, que ha conseguido complementar su imagen con una capacidad de oratoria innegable.
.. De Twitter
Dos imágenes, dos discursos. Dos formas convincentes de oratoria y de poder mediático. Los líderes del movimiento estudiantil con su poca preparación y su tremenda pasión han conseguido lo que para muchos era imposible: mantener a un país atento a sus movimientos durante más de cinco meses. Eso refleja su tremenda e incomparable capacidad de discurso y convicción.
Dos imágenes, dos discursos. Dos formas convincentes de oratoria y de poder mediático.